Mano dura contra la violencia y la delincuencia, zanjas para frenar la migración, recuperar el esplendor económico de Chile, férrea oposición al matrimonio gay y al aborto o defensa a ultranza del libre mercado y el minimalismo tributario son sus axiomas.
Consciente del miedo que despierta en buena parte de la sociedad chilena, el candidato ultraconservador José Antonio Kast ha tratado de zafarse en la recta final de la campaña de la sombra pinochetista que le rodea, mostrando su cara más amable con vistas al balotaje del domingo.
Pese a haberse visto obligado a matizar algunas de sus ideas más polémicas tras ganar la primera vuelta del 21 de noviembre con el 27,9 % de los votos, sigue siendo el candidato presidencial más derechista desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y el fondo de su programa apenas ha cambiado.
“Fuimos un modelo para el mundo y tenemos que lograr recuperar eso (…) No quiero ser un presidente que levante el puño, quiero ser un presidente que abra la mano y acoja”, indicó en el último cara a cara contra el diputado de izquierdas Gabriel Boric.