Era la noche del primero de diciembre de 1955, cuando Rosa Parks volvía de su trabajo como costurera. Al subir al autobús, tomó el asiento en la parte de atrás en los lugares que le correspondían a las personas de color. Mientras avanzaba su camino, las personas subían y comenzaron a faltar asientos, dejando a pasajeros viajando de pie. El conductor al percatarse de eso, le pidió a tres mujeres negras que se levantaran, entre ellas se encontraba Rosa Parks, quien se negó incluso cuando la amenazaron con denuncias.
Esto ocasionó que la arrestaran para después condenarla por transgredir el ordenamiento municipal.
“ESTABA CANSADA”
Tiempo después, Rosa Parks confesó que no se levantó por un cansancio físico sino por ser tratada como una persona de segunda.
“Mientras más obedecimos, peor nos trataban (…) Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder”, escribió en sus memorias.
Parks pertenecía a una asociación a favor de los derechos civiles que crecía poco a poco en la época, el cual no se demoró en convocar a protestas masivas.
Aquella noche inició una ola de protestas que duró más de 370 días. La población afroamericana se negó a subir a algún autobús, lo que ocasionó a los transportistas una pérdida monetaria pues suponían el 70% de los usuarios.
Cambio de ley
En noviembre de 1956, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró inconstitucional la segregación racial en los autobuses y llegó a Montgomery días después, específicamente un 20 de diciembre.
Al día siguiente, la población afroestadounidense subió a los autobuses y podían sentarse donde quisieran.