Desde el domingo 24 de marzo comenzó a regir la Semana Santa, un tiempo para reflexionar y acercarse a Dios. Esta temporada se constituye de ocho días de celebración religiosa, la cual inicia el Domingo de Ramos, continúa con el Sábado de Gloria y concluye con el Domingo de Resurrección.
En esta nota descubrimos el significado del fin de semana santo que revive la muerte y resurrección del hijo de Dios y la relevancia que tiene la fecha en el calendario religioso:
Viernes Santo
Este día se conmemora la crucifixión y muerte del señor Jesucristo, según la tradición cristiana. Es un día de reflexión y recogimiento, marcado por servicios religiosos especiales. A lo largo del día muchas personas toman un tiempo para ayunar y abstenerse de consumir carnes. Es considerado uno de los días más importantes en el calendario litúrgico cristiano.
Según los relatos bíblicos, Jesús de Nazaret fue arrestado, juzgado y sentenciado a muerte por crucifixión bajo el gobierno romano.
Esta muerte en la cruz no es solo un acontecimiento histórico, sino un acto de sacrificio redentor con significado eterno. Según la teología, Jesús se ofreció a sí mismo como el Cordero de Dios, dando su vida para expiar los pecados de la humanidad y reconciliar a la humanidad con Dios.
Durante el Viernes Santo, muchos fieles participan en procesiones, oraciones y devociones que recuerdan los pasos finales de Jesucristo antes de su muerte.
Aunque la fecha está impregnada de tristeza y luto, también lleva consigo la promesa de la esperanza y la vida eterna. Para los cristianos, la muerte de Jesucristo en la cruz no es el final de la historia, sino el preludio de la Resurrección, que será celebrada con júbilo en el Domingo de Pascua.
Durante su agonía en la cruz del calvario el señor Jesús pronunció las siete palabras:
- “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34).
- “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43).
- “Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre.” (Juan 19:26-27).
- “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46 y Marcos 15:34).
- “Tengo sed.” (Juan 19:28).
- “Todo se ha cumplido.” (Juan 19:30).
- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lucas 23:46).
Sábado Santo
El día se sitúa entre la conmemoración de la crucifixión de Jesucristo el Viernes Santo y la celebración de su resurrección en el Domingo de Pascua.
Aunque tiene su propia riqueza simbólica y espiritual que invita a los creyentes a sumergirse en el misterio de la espera y la esperanza.
Conmemora el día en que el cuerpo de Jesucristo fue colocado en el sepulcro después de su crucifixión. Según las escrituras, los discípulos, abrumados por el dolor y la confusión tras la crucifixión, observaron el sábado como un día de reposo y duelo, mientras el cuerpo del Maestro estaba en la tumba.
Desde una perspectiva teológica, este día representa la batalla espiritual entre la muerte de Jesucristo en la cruz y su resurrección. Se vive una profunda reflexión, en el que los creyentes se unen en anticipación de la resurrección de Jesucristo y encuentran consuelo en la promesa de vida eterna que su sacrificio trae consigo.
Domingo Santo
Es conocido como el Domingo de Pascua, es el clímax de la Semana Mayor en la tradición cristiana. Este día sagrado rememora la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, y simboliza la victoria sobre el pecado y la muerte.
Se conmemora el evento central de la fe del cristianismo: la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Según los evangelios, Jesús fue crucificado, murió y fue sepultado, pero al tercer día, resucitó, manifestando su poder sobre la muerte y abriendo el camino hacia la vida eterna para todos aquellos que creen en él, simbolizando el renacimiento espiritual y la renovación de la esperanza.
Para los creyentes, este es un recordatorio de que Cristo triunfó sobre la muerte.
Las iglesias celebran el Domingo con servicios especiales de adoración y alabanza. Durante la Pascua, estos santuarios suelen adornarse con flores y símbolos de vida nueva, como el lirio blanco, que representa la pureza y la resurrección.
Cabe recordar que, incluso en medio de las pruebas y dificultades, se encuentra consuelo y fortaleza en la fe y se consolida así en un llamado a vivir con esperanza y confianza en el poder transformador del amor divino.