El funcionamiento constante de servidores y centros de datos de Internet genera una gran huella de calor que requiere una refrigeración intensiva.
Sin embargo, países como los nórdicos están abordando este problema con innovación y medidas ecológicas.
En Estocolmo, se redistribuye el calor emitido por los centros de computación a través de la red de energía, climatizando la ciudad y proporcionando calefacción.
Además, se utilizan proyectos para calentar invernaderos y secar madera con el calor residual.
Otros enfoques incluyen sumergir los centros de datos en el mar, llevarlos al espacio y utilizar moléculas de ADN para el almacenamiento de información.
La climatología favorable y las energías renovables también contribuyen a la sostenibilidad digital en países como Suecia.
La arquitecta destaca la necesidad de considerar aspectos climáticos y de sostenibilidad al ubicar los centros de datos.
La sociedad debe reflexionar sobre su consumo y exigir a las empresas tecnológicas que adopten prácticas sostenibles para evitar un impacto ambiental negativo.