Unos meses antes de hacerse con Twitter, Elon Musk decía que veía esa red como “la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”; ahora, al pasar un año desde su compra de la compañía, el magnate no solo ha renombrado esta plaza -por X- sino que ha dado un altavoz al ala política más derechista y ha permitido que la desinformación se expanda como la pólvora.
El 25 de febrero Musk dijo en su red que había llegado la hora de luchar contra el “virus antihumano woke”, una palabra que designa lo políticamente correcto y con la que suele asociarse a la izquierda, y que según él cabe aplicar a medios como el New York Times o a Netflix.
Musk no ha tenido reparos en dar voz en su plataforma a candidatos políticos como el expresidente de EE.UU. Donald Trump (2017-2021) o al gobernador de Florida, Ron DeSantis, ambos candidatos a las primarias presidenciales republicanas y que representan el ala más derechista del partido.
En la administración anterior a Musk en la red había dos tipos de cuentas: las verificadas -que eran de personalidades relevantes o representaban a entidades destacadas- y el resto.
Uno de los muchos cambios de la aplicación de Musk fue romper este sistema: dejó las etiquetas azules -que durante años eran sinónimo de confianza en una cuenta- para quienes paguen una mensualidad de unos 8 dólares, aunque permitió que algunas cuentas con muchos seguidores las mantengan sin pagar.