Han pasado ya doce años desde que el hyperloop, el tren ultrarrápido de Elon Musk, se empezó a investigar pero su puesta en marcha todavía no se divisa en el horizonte, pese a que varias empresas estén trabajando en su desarrollo.
Este medio de transporte futurista consiste en la circulación de cápsulas presurizadas, sostenidas en el aire a través de imanes, por un tubo a baja presión, a una velocidad de hasta 1,200 km/h.
El concepto, basado una vieja idea, fue recuperado en 2012 por el multimillonario Elon Musk, que alentó a varias empresas emergentes a hacer realidad su sueño, aunque sin implicarse directamente en el desarrollo del proyecto.
“El hyperloop pasó por un ciclo tecnológico muy familiar en el que hubo mucha excitación” en torno a ese modo de transporte, apuntó Rick Geddes experto en política de infraestructuras en la Cornell University. “Pero resultó que era más difícil de desarrollar de lo que se pensaba”.
Último acontecimiento en esta carrera de fondo: Hyperloop echó la llave, según la agencia Bloomberg. Esta compañía muy activa desapareció de los radares y ni su dirección ni su accionista principal respondieron a las preguntas de la AFP.
Financiada durante un tiempo por Richard Branson, fundador del grupo Virgin, Hyperloop One hizo varias pruebas en el desierto de Nevada a 387 km/h. En noviembre de 2020, transportó a pasajeros por primera vez, alcanzando tan solo los 172 km/h.