Un periodista ha muerto y otro ha resultado herido en distintos puntos del frente. El fallecido es el ruso Rotislav Juralev, de la agencia de noticias RIA Novosti, y ha sido alcanzado en Zaporiyia por un bombardeo ucranio.
El herido es el cámara Ievgen Shylko y ha sido alcanzado en Druzhkivka, en Donbás, por otro ataque con artillería rusa. En ambos casos, los ejércitos contrarios afirman que los ataques se han producido con munición de racimo. El ministerio de Exteriores de Rusia ha responsabilizado a Occidente de la muerte del reportero ruso y ha prometido una respuesta.
Bombas de racimo
Ucrania recibió bombas de racimo de Estados Unidos este mes de julio, pero se comprometió a usarlas solo para desalojar concentraciones de soldados enemigos, en ningún caso para atacar convoyes en los que pudieran ir periodistas.
El portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo esta semana que las fuerzas ucranianas estaban usando municiones en racimo de manera adecuada y efectiva contra las formaciones rusas.
Konstantin Kosachyov, vicepresidente de la cámara alta del parlamento, dijo que el uso de bombas de racimo era “inhumano” y que la responsabilidad recaía tanto en Ucrania como en Estados Unidos.
Dmitry Polyanskiy, representante permanente adjunto de Rusia ante las Naciones Unidas, tuiteó: “Me pregunto qué piensa la opinión pública estadounidense sobre su país cruzando todas las líneas rojas morales en un intento inútil de salvar al corrupto régimen de Kiev que se desmorona”.
Sus reacciones ignoraron el hecho de que el uso de bombas de racimo en la guerra por parte de Rusia ha sido documentado por grupos de derechos humanos y por la ONU. Human Rights Watch, con sede en Estados Unidos, dijo en mayo que las fuerzas rusas habían usado las armas en ataques que habían causado cientos de víctimas civiles y dañado casas, hospitales y escuelas.
Muchos países han prohibido este tipo de armas porque dispersan bombas sobre un área amplia y eso representa un alto riesgo para los civiles.