El jefe del Kremlin, Vladímir Putin, cierra el año con la iniciativa en manos del ejército ruso en Ucrania, el principal líder opositor, Alexéi Navalni, en una prisión ártica y la rebelión armada de los mercenarios de Wagner olvidada tras la repentina muerte de su líder, Yevgueni Prigozhin.
“La realidad a día de hoy es que Ucrania no dispone ni dispondrá de los recursos no sólo para lograr un punto de inflexión, sino incluso para mantener la situación en la línea del frente”, aseguró el embajador ruso, Vasili Nebenzia, durante la sesión urgente convocada por el Consejo de Seguridad de la ONU tras el mayor bombardeo ruso desde el comienzo de la guerra.
Aficionado a los golpes de efecto, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, respondió al ataque masivo enemigo, que dejó 39 muertos, visitando el epicentro de la batalla más sangrienta de la contienda, la localidad de Avdivka, que los rusos intentan rodear desde octubre.
Valorando la situación sobre el terreno, en el frente, se puede afirmar con seguridad que nuestras tropas tienen la iniciativa. En resumen, hacemos lo que consideramos necesario, hacemos lo que queremos”, dijo un ufano Putin en su primera gran rueda de prensa de la guerra.
La toma esta semana de la localidad de Márinka, que se encuentra a escasos kilómetros de la capital de la república popular de Donetsk, demuestra que la ofensiva rusa que comenzó en octubre empieza a dar sus frutos.
Los expertos ucranianos y occidentales no consideran que la primera victoria rusa desde mayo vaya a cambiar la situación en el frente, pero sí demuestra que el Kremlin no va a escatimar ni tropas ni equipos para avanzar en el Donbás.