El informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre la planta de Zaporiyia no ha servido para frenar el cruce de acusaciones entre Rusia y Ucrania de bombardear terrenos cercanos a la mayor central nuclear de Europa y de poner así en peligro la seguridad de Ucrania y de toda la región.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió este martes, a petición de Rusia, para tratar específicamente sobre la situación de Zaporiyia, y lo hizo horas después de que el OIEA publicara en Viena un informe de 52 páginas elaborado después de que los inspectores de ese organismo visitaran durante una semana la planta, ocupada por fuerzas rusas casi desde el inicio de la invasión de Ucrania.
Comenzó la sesión con una exposición del director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, quien advirtió que la presencia de vehículos y equipamiento militar rusos en la planta supone una presión indebida sobre la planta y por ello deberían ser retirados; además, recordó que “debe restablecerse la comunicación con el regulador ucraniano, que ha sido interrumpida”.
El embajador ruso, Vasili Nebenzia, conminó a Grossi a especificar qué equipamiento ruso fue identificado por los inspectores dentro de la planta, pero el argentino no quiso entrar en detalles y abundó más bien en sus agradecimientos a todas las partes por permitirles realizar su visita porque -recordó- la prioridad ahora es “proteger la central y establecer una zona de seguridad”.