Mali, gobernado por una junta militar tras dos golpes de Estado en un año, atraviesa una de las peores crisis de seguridad de su historia por la continua proliferación de grupos yihadistas que han invadido localidades norteñas y perpetrado ataques a las puertas de Bamako, en medio del fracaso de la transición política y de un empeoramiento de la situación humanitaria.
“Aunque el Gobierno de transición adquiere aviones de guerra y equipos militares, y cuenta con el apoyo de instructores rusos (en alusión al grupo de mercenarios Wagner), su incapacidad para acabar con el terrorismo es cada día mayor”, explica el politólogo maliense Mohamed Ag Ismail.
Según el Global Terrorism Index (GTI, 2023), entre 2007 y 2022 fallecieron en Mali 3.442 personas víctimas de ataques de terrorismo, 944 de ellas solamente en el último de esos años, en el que Francia retiró su fuerza antiterrorista que operaba desde 2014 en el país y que fue sustituida por merecenarios rusos del grupo Wagner.
Ag Ismail lamenta que los dos grupos terroristas activos en Mali, Al Qaeda y su rival el Estado Islámico (EI), “estén incluso más fuertes que antes de los golpes de Estado de 2020 y 2021”, y confirma el fracaso de la estrategia antiterrorista del Gobierno, que ahora “se centra en una política de desinformación y negación”.