En diferentes países, las manifestaciones del Día del Trabajo del 1 de mayo fueron una mezcla de demandas laborales y políticas, en particular debido a las próximas elecciones en varios de ellos.
En Francia, la reforma de las pensiones promovida por el presidente Emmanuel Macron marcó las manifestaciones, que incluyeron enfrentamientos entre elementos violentos y las fuerzas de seguridad en varias ciudades.
En Italia, la primera ministra ultraderechista, Giorgia Meloni, celebró un Consejo de Ministros en el que se aprobó un decreto laboral que no satisface a los sindicatos.
En España, los sindicatos centraron sus exigencias en una subida salarial y la reducción de la jornada laboral, con el objetivo de alcanzar un acuerdo salarial antes de las próximas elecciones municipales y autonómicas.
En Rusia, los actos por el Día del Trabajador se centraron en la retórica política, con el Partido Comunista de Rusia abogando por la solidaridad antifascista y por la alianza del país con China, India e Irán.
En China, el presidente Xi Jinping pidió a los gobiernos y al Partido Comunista que protejan los derechos e intereses legítimos de los trabajadores.
En Alemania, el canciller Olaf Scholz hizo un llamamiento a las empresas para que ofrezcan más puestos de formación para combatir la falta de mano de obra cualificada.
En Grecia, decenas de miles de personas se manifestaron por mejoras laborales antes de las elecciones generales.
En Turquía, se produjeron detenciones en Estambul cuando los manifestantes se dirigían hacia la plaza de Taksim, que se ha prohibido para este tipo de actos desde 2013.