Los equipos de rescate intentaban desesperadamente localizar el sábado a los sobrevivientes de un fuerte terremoto en el centro de Marruecos, mientras el número de muertos superaba los 2.000 y los equipos de búsqueda internacionales esperaban a que las autoridades locales dieran luz verde para desplegarse.
El seísmo, de magnitud 6,8, sacudió la cordillera del Atlas a las 23.11 horas del viernes, según datos preliminares del Servicio Geológico de Estados Unidos, derrumbando casas sobre familias que dormían.
Los videos difundidos en las redes sociales mostraban cómo el minarete más grande de Marrakech se balanceaba mientras las personas que se encontraban debajo se daban la vuelta y corrían; en otras partes de la ciudad, con el aire espeso por el polvo, los residentes se tapaban la boca y se tendían la mano unos a otros en busca de apoyo mientras recorrían estrechos callejones en la penumbra.
El epicentro se situó en la remota e históricamente desatendida provincia de al-Houz, a unos 44 kilómetros al sur de Marrakech. Ha sido el seísmo más fuerte que ha sacudido la zona en más de un siglo, y la sacudida se sintió a cientos de kilómetros, en Casablanca, Rabat y Fez.
Un total de 2.012 personas murieron y otras 2.059 resultaron heridas, según los medios de comunicación estatales. Según los expertos, es probable que la cifra de muertos aumente considerablemente