El Gobierno de Israel aprobó su presupuesto después de un conflicto interno por la distribución de fondos y presiones de socios ultraortodoxos judíos.
El plan presupuestario fue criticado por la oposición y provocó protestas en las calles.
El presupuesto de 2023-2024 fue validado en el Parlamento con 64 votos a favor y 56 en contra.
La oposición y los manifestantes se quejaron de que se destina demasiado dinero al sector ultraortodoxo religioso, que forma parte de la coalición derechista liderada por Benjamin Netanyahu.
La comunidad secular israelí se siente agraviada, ya que considera que los impuestos que pagan se destinan a los subsidios de la comunidad ultraortodoxa, que tiene un menor aporte fiscal.
El presupuesto asigna fondos a entidades y programas ultraortodoxos y cumple los acuerdos de coalición de Netanyahu con los partidos ultraortodoxos.
La aprobación del presupuesto brinda alivio al primer ministro y evita una posible crisis política.