La renuncia al Papado por parte de Benedicto XVI fue uno de los acontecimientos más sonados de la última década.
El 28 de febrero de 2013, entre gritos de ‘Viva el Papa’ y aplausos, tras 2.872 días, dos horas y 10 minutos, intensos hasta el último, concluía el Pontificado de Benedicto XVI tras anunciar su renuncia unas semanas antes por falta de fuerzas y por el bien de la Iglesia. Se convertía entonces en el primer Papa que renunciaba en 700 años. “No abandono la cruz”, precisó en su última audiencia, aunque días antes había indicado que permanecería “oculto para el mundo”. Fallecido a los 95 años, finalmente ha pasado más tiempo como emérito que como pontífice en activo.
Joseph Ratzinger (1927, Marktl, Alemania) se ordenó sacerdote en 1951 y en 1977 fue nombrado arzobispo de Múnich y creado cardenal por Pablo VI. El 19 de abril de 2005 a las 17,50 horas fue elegido Papa. En ese momento, empezaba a salir humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina y pocos minutos después, comenzaba el repique de campanas en Roma. Había sido elegido el sucesor de Juan Pablo II en el cuarto escrutinio, en el segundo día de Cónclave. Cerca de una hora después, el cardenal chileno Jorge Arturo Medina Estévez pronunciaba las palabras esperadas ‘Habemus Papam’ y Joseph Ratzinger, salía al balcón.
Tal y como indicó en su última audiencia general en la que estuvo arropado por unos 150.000 fieles y cerca de 70 cardenales, la barca de San Pedro, es decir, la Iglesia, pasó durante sus ocho años de Pontificado por días de luz en los que las aguas estaban tranquilas, como podrían ser las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia y de Madrid, y otros en que la barca tuvo que atravesar aguas agitadas, como serían el caso ‘Vatileaks’ o la lucha contra los abusos sexuales.
Concretamente, el escándalo de la filtración de documentos reservados, que concluyó con la concesión de la gracia por parte de Benedicto XVI a su exmayordomo, Paolo Gabriele, fue el último viaje entre aguas revueltas en las que tuvo que navegar el Pontífice, un caso que comenzó cuando aparecieron publicados documentos privados del Papa y por lo que el Vaticano abrió una investigación criminal el 16 de marzo de 2012.
La policía vaticana arrestó al exmayordomo del Papa, Paolo Gabriele, que fue sometido a un juicio por parte del tribunal vaticano en el que fue declarado culpable por el delito de robos con agravantes y que concluyó con su encarcelamiento en una celda del cuartel de la gendarmería vaticana.
La renuncia
Benedicto XVI eligió el 11 de febrero de 2013 —un día feriado en el Vaticano, en el que tuvo una audiencia de rutina con sus cardenales— para efectuar el anuncio histórico en latín de que se convertiría en el primer papa en renunciar desde Gregorio XII en 1415. Aunque la decisión tomó al mundo por sorpresa, Benedicto XVI había estado sopesándola desde hacía meses. Durante un viaje a México en 2012 sufrió una caída en la noche, y ello le pareció una confirmación de que ya no podía mantener el paso de las agotadoras exigencias trotamundos del papado en el siglo XXI.
Benedicto XVI le dijo a los cardenales que, debido a su edad, ya no tenía la “fortaleza de mente y cuerpo” necesarias para desempeñarse en el puesto y que estaba decidiendo libremente renunciar a su ministerio papal. Salió del Vaticano el 28 de febrero de 2013, desplazándose en helicóptero a la residencia veraniega papal de Castelgandolfo, al sur de Roma, donde pasó los primeros meses de su retiro.
En el retiro
Benedicto XVI cumplió en gran medida su palabra de que viviría en oración y meditación, “oculto al mundo”, en el monasterio de los jardines del Vaticano. Pero siguió siendo un punto de referencia para los tradicionalistas nostálgicos de su papado ortodoxo. Y sus pocos pronunciamientos públicos en su papel de “papa emérito” llegaron a los encabezados noticiosos y azuzaron exhortaciones de que se emitieran directrices para los futuros papas retirados con el fin de evitar confusiones en torno a quién estaba realmente a cargo de la Iglesia.
El incidente más perjudicial fue su participación en un libro de 2020 en torno a la preservación del celibato para los sacerdotes católicos. Fue publicado en el momento preciso en que Francisco estaba sopesando si relajaría las normas sobre el celibato en el Amazonas con el fin de hacer frente a una escasez de sacerdotes. Tras el escándalo, Francisco despidió al secretario de largo tiempo de Benedicto XVI.