Con el inicio de la invasión a Ucrania, las prácticas injerencistas de Vladimir Putin sobre sus enemigos se han intensificado. En el último año y medio desde que se desató la ofensiva, decenas de países europeos han alertado sobre operaciones de espionaje de supuestos diplomáticos rusos en sus territorios y han avanzado con su expulsión, tras hacer caso omiso a las advertencias.
Ya son más de 400 los empleados del Kremlin ubicados en embajadas por todo el continente a los que se les ha cerrado la puerta y se los ha enviado de nuevo a su país.
Sin embargo, el líder ruso se negó a ceder ante las intimidaciones del mundo y buscó la manera de seguir adelante con sus planes. Fue entonces que recurrió al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien en la teoría asegura ser neutral frente al conflicto bélico.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México tendió la mano a Rusia y acreditó el ingreso de 36 nuevos diplomáticos en el país -muchos de los cuales podrían ser los expulsados de Europa-. Éstos, sumados a los 49 que ya había previo a la invasión a Ucrania, dan un total de 85 empleados diplomáticos en suelo mexicano.