El general Augusto Pinochet, quien encabezó durante 17 años una cruenta dictadura en Chile, fue detenido hace hoy 25 años en Londres tras una orden de captura emitida por el juez español Baltasar Garzón, hecho que desató una tormenta política en el país suramericano y contribuyó a cambiar la aplicación del derecho penal internacional en el mundo.
Hasta entonces, Pinochet aún detentaba enorme influencia en Chile: recién en marzo de 1998 había dejado la Comandancia del Ejército para pasar de inmediato a enquistarse como senador vitalicio, escaño al que llegó sin votación popular y en el que gozó de fueros y beneficios políticos, mientras se le acusaba de crímenes contra la humanidad.
Su arresto en Inglaterra, a donde viajó para hacerse una intervención médica, se extendió por 503 días y terminó con un escandaloso regreso a Chile luego de que fingiera problemas de salud y apelara a su inmunidad como senador, evitando la extradición a España.
“El Chile del que salió Pinochet y al que volvió 500 días después tras ser detenido en Londres ya no era el mismo”, dijo en una reciente entrevista con EFE el exjuez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón.
Y es que la sacudida no solo afectó el terreno político chileno, sino que produjo cambios en un Poder Judicial que hasta entonces, dicen expertos, estaba “empantanado” en los casos de violaciones a los derechos humanos, aplicando la Ley de Amnistía y la prescripción de crímenes cometidos por agentes del Estado.
“Su detención significó un gran avance en la lucha contra la impunidad en Chile. En adelante, los tribunales del país empezaron a resolver estos casos, aplicando tratados internacionales y avanzando en la sanción de los criminales de lesa humanidad”, dijo a EFE el director de Amnistía Internacional Chile, Rodrigo Bustos.