La presencia policial en las calles del centro capitalino era mayor de la habitual y en parques y esquinas vigilaban apostados agentes de la seguridad del Estado vestidos de civil.
El Gobierno cubano logró sofocar casi por completo la protesta promovida por la disidencia con un fuerte dispositivo policial en las principales ciudades, mítines de repudio, detenciones de opositores y bloqueos en las casas de activistas y periodistas independientes.
Las calles de la capital aparecían especialmente calmadas cuando se suponía que debía arrancar la marcha cívica del 15N en busca de un cambio político que convocó el colectivo Archipiélago y no autorizó el Gobierno.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, habló en una transmisión por Facebook de “operación fallida” de Estados Unidos para vender una “imagen irreal” de su país.
El director de Human Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivanco, esbozó una imagen muy distinta de lo sucedido en Cuba: “el régimen ha desplegado las fuerzas de seguridad de forma masiva”, afirmó en Twitter.
La situación para activistas, opositores y periodistas independientes resultaba más delicada.
El Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) denunció la detención de su vicepresidente, Manuel Cuesta Morúa. En redes se denunció asimismo el arresto de la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, y su marido, Ángel Moya.
Además, grupos afines al Gobierno cubano han realizado “mítines de repudio”, una especie de escraches intimidatorios, frente a domicilios de activistas, como la miembro del colectivo Archipiélago Saily González.
El líder de este colectivo disidente, Yunior García Aguilera, también se vio forzado a quedarse este lunes en su domicilio, como pudo comprobar EFE.