Los países que “permiten” a los migrantes, especialmente los menores, exponerse a los peligros que implica cruzar la selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, son “cómplices” de esas situaciones inhumanas, dijo este viernes a la directora de Migración de Panamá, Samira Gozaine.
“Hay relatos de gente que dice que las madres ponen los niños para que se ahoguen en el río porque pesa cargarlos, cuando (…) las colinas se vuelven muy tupidas y no pueden seguir, simplemente los abandonan a su suerte. Todos los Estados que permitimos que esto pase somos cómplices de esa realidad”, declaró Gozaine.
Los migrantes que atraviesan el Darién, uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo, se enfrentan a los riesgos naturales propios de una selva pero, además, muchos denuncian ser víctimas de violaciones, extorsiones y robos.
Esa selva que limita a Panamá y Colombia es usada desde hace años por migrantes procedentes de todo el mundo que se dirigen hacia EE.UU., muchos movilizados por redes transnacionales de tráfico de personas, en un negocio ilegal millonario.
Este año, solo entre enero y abril, más de 145.000 migrantes atravesaron la jungla, un número 6 veces superior al mismo periodo de 2022, que cerró con la cifra récord de más de 248.000 personas en tránsito.
La directora de Migración apuntó que en su última visita al Darién vio “niños recién nacidos de días” y escuchó historias de migrantes que aseguraban que cruzaron la selva “engañados”.
“Es hora de hablar de la parte fea de esta migración protegida. (Está) muy mal entendida, ya no es una migración por gente realmente huyendo de peores situaciones. Ellos dicen que si hubieran sabido la situación, no cruzaban”, añadió Gozaine.