Miles de indígenas marcharon por Brasilia hacia la sede del Gobierno, donde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva recibió a una delegación que le reclamó una mayor celeridad en la regularización de las tierras que ocupan desde hace siglos en Brasil.
Esas y otras reivindicaciones fueron volcadas en un documento entregado por unos cuarenta líderes de los pueblos originarios, que fueron recibidos por Lula y la ministra de los Pueblos Indígenas, Sônia Guajajara, junto a otros miembros del gabinete en el Palacio presidencial de Planalto.
“Tengo el deber moral y el compromiso de por vida de hacer todo lo posible, e incluso lo imposible, para minimizar el sufrimiento de los pueblos indígenas y garantizar sus derechos”, afirmó Lula en sus redes sociales tras el encuentro.
El texto también le pide al Gobierno “un mayor empeño político” frente a la mayoría conservadora del Parlamento, a la que acusa de promover una “agenda” contraria a los indígenas y a la protección de la Amazonía y otros biomas habitados por los pueblos originarios.
La Articulación de los Pueblos Indígenas (Apib) calculó que en la marcha, que transcurrió pacíficamente, participaron cerca de 9.000 indígenas que salieron del Campamento Tierra Libre, a unos dos kilómetros del palacio presidencial y que reúne esta semana a representantes de unas doscientas etnias.
Mientras duró la reunión con Lula, los manifestantes permanecieron a las puertas de la sede del Gobierno en medio de rituales indígenas y en un clima de fiesta pero también combativo, en defensa de sus territorios.