En la segunda vuelta presidencial de Guatemala el 20 de agosto, se enfrentarán una ex primera dama y el hijo de un expresidente. Esta contienda ha generado preocupación entre los observadores debido a la inestabilidad política en la región, causada por la desigualdad y la corrupción.
Sandra Torres, vista como la candidata que representa la continuidad política, competirá contra Bernardo Arévalo, un candidato con un enfoque en la lucha contra la corrupción, quien sorprendió al quedar en segundo lugar en la primera ronda de votación en junio. En la primera vuelta, Torres obtuvo el 16% de los votos, mientras que Arévalo consiguió el 11.8%. Sin embargo, más del 24% de los votantes optaron por votos en blanco o inválidos, y aproximadamente el 40% de los votantes registrados se abstuvieron.
Las preocupaciones sobre el deterioro democrático se intensificaron este año cuando se prohibió la candidatura de políticos anticorrupción, lo que provocó críticas de aliados occidentales y de Estados Unidos. Arévalo, exembajador en España, también enfrentó intentos de descalificación. Su partido, Movimiento Semilla, fue suspendido por un tribunal guatemalteco a solicitud de Rafael Curruchiche, líder de la Fiscalía Especial contra la Impunidad y en la lista Engels del Departamento de Estado de EE.UU. por su relación con actores corruptos y antidemocráticos.