El presidente chileno, Gabriel Boric, cumple este lunes dos complejos años en el poder, marcados por el fracaso constitucional y la ola de incendios más mortífera de la historia, y con los principales deberes de su ambiciosa agenda de cambios pendientes de cumplir.
Boric, que se instaló en La Moneda el 11 de marzo de 2022 entre grandes expectativas y tras una dura contienda con la ultraderecha, llega al ecuador de su mandato con un liderazgo debilitado, una aprobación que no consigue levantar y con mucho más reconocimiento fuera que dentro de su propio país.
“Desde fuera se lo valora más en sus intentos de buscar una reconciliación después de un largo tiempo de mucha polarización”, dijo a EFE Anna Ayuso, investigadora del CIDOB, un centro de pensamiento en relaciones internacionales de Barcelona.
Tras dos intentos de cambio fallidos, Chile optó en diciembre por mantener la Constitución actual, heredera de la dictadura (1973-1990). Sin margen para una tercera oportunidad, Boric señaló que “las urgencias” ciudadanas cambiaron y mencionó sus reformas estrella –la de pensiones y la tributaria– y el crecimiento económico tras un año con nulos resultados.
“Después de la reforma constitucional fallida, no hubo un propósito concreto del Gobierno más que en tres o cuatro reformas puntuales en las que tampoco ha podido avanzar”, indicó a EFE el politólogo de la Universidad de San Sebastián Jaime Abedrapo.