La porción brasileña de la selva tropical de la Amazonía se enfrenta por estos días a una grave sequía cuyos efectos ya se sienten y que, de prolongarse, podría afectar a unas 500.000 personas para finales de este año.
A raíz del fenómeno meteorológico de El Niño, las sequías que tradicionalmente podían experimentarse en el pasado, ahora se dan con mayor duración e intensidad.
La inhibición de la formación de nubes de lluvia y un aumento de la temperatura propio del calentamiento global derivan en una mayor evaporación, que reduce el agua de la superficie y seca los suelos y la vegetación.
Es por ello que, si bien aún no se han presentado las consecuencias más graves del fenómeno, muchas personas ya están teniendo dificultades para, por ejemplo, acceder a alimentos y agua potable. En la Amazonía el principal medio de transporte son las vías fluviales y los niveles históricamente bajos de los ríos imposibilitan el paso de las embarcaciones.
Según datos difundidos por el puerto de Manaos, encargado de supervisar la altura de los cursos de agua, este martes el río alcanzaba unos 16.7 metros, unos 6 metros menos que el mismo día el año pasado y apenas 3 metros por encima del récord más bajo, que data del 24 de octubre de 2010, con 13.6 metros.