Todo tiene su final. Joaquín Sabina cerró por todo lo alto su gira Contra todo pronósticoen Madrid donde el Winzink Center albergó alrededor de 13 mil personas. “Ojalá que volvamos a vernos. Ojalá”, dijo al final de sus dos horas de show donde entonó temas como Y nos dieron las diez (del que sale esa frase).
El concierto, que tenía todas las entradas agotadas hace un año, comenzó poco después de las nueve de la noche con Cuando era más joven, que lanzó en 1985, cuando tenía solo 35 años y cantaba con Viceversa. Hoy, Sabina, a los 74, y con la voz aún más rasgada, ha cantado sentado en un taburete con bombín y chaqueta.
“Contra todo pronóstico, hemos llegado vivos y coleando a este último concierto de la gira, la más tumultuosa y mágica de nuestra vida”, agregó el cantautor, que ha asegurado que en ninguna de las plazas por las que ha pasado estos meses -incluidas Londres, París o Nueva York- le ha dado saltos el corazón y le han temblado las piernas como en la ciudad a la que se trasladó muy joven desde su Úbeda (Jaén) natal.
Con un grupo de tres guitarras, bajo, saxo, batería y teclados compuesto por Mara Barros, Antonio García de Diego, Pedro Barceló, Laura Gómez Palma, Borja Montenegro, José Misagaste y Jaime Asua, el artista, que comenzó como cantautor y se pasó después al rock and roll, ha reconocido sentir “unas gotas de melancolía” ante esta velada.
Con este concierto se ha despedido de los escenarios, al menos de momento, ya que el año que viene tiene en mente consagrarse a un nuevo disco.
Ha aprovechado la primera parte del concierto -en el mismo escenario en el que sufrió una caída en el año 2020- para tocar algunas de sus canciones más recientes y rescatar algunas antiguas “que no fueron demasiado escuchadas y a mí me parece que lo merecían”, remarcó.