Hace poco más de un año Gerard Piqué dijo adiós a su vida como futbolista profesional. Terminaron de golpe los duros entrenamientos y partidos oficiales que se vieron consumados en 37 trofeos que hoy descansan en las vitrinas de los equipos que defendió durante 18 años. Su palmarés no es poca cosa: lo ubica como uno de los cuatro jugadores más laureados de la historia del futbol o “el deporte rey”, como a él le gusta llamarlo. Para ponerlo en perspectiva, el más ganador de la historia es el argentino Leo Messi, con quien Piqué compartió vestidor más de dos décadas.
Ciertamente, es difícil competir en cualquier categoría contra el mejor futbolista de la historia, pero la trayectoria deportiva de Gerard Piqué es impresionante, siempre fuera de lo común, lo mismo en lo personal que en lo profesional. El español aprendió a jugar futbol en un colegio privado. Es hijo de una familia catalana. Su madre es neurocientífica y su padre, además de novelista, administra la empresa familiar de exportación.
Nació en Barcelona, siempre enfundado en la playera azulgrana por razones obvias: su abuelo paterno, Amador Bernabéu, fue vicepresidente del FC Barcelona, así que cultivó desde niño un amor profundo hacia los valores del club que es más que un club. Con 10 años, ingresó en La Masía, la famosa academia del Barça, y tres años más tarde ya se perfilaba para la alta competencia cuando, junto a Messi y Cesc Fàbregas, formó aquel famoso “Baby Dream Team” que arrasó en categorías inferiores.
Sin embargo, su debut como profesional no se daría bajo el sol mediterráneo. Fue en el nublado Manchester, con el United, en la temporada 2003-2004, cuando la gente comenzó a notar su presencia. Luego, estuvo a préstamo un año en el Real Zaragoza, pero regresó a las órdenes de los “Red Devils” para ganar la Liga Premier y la Champions League en la temporada 2007-2008.
Ese verano, volvió a casa para encontrarse con un entrenador, Pep Guardiola, que estaba a punto de comenzar un hito en el futbol moderno. Con él, ese joven defensa central, más táctico que técnico, aprendió a iniciar las jugadas con la pelota controlada y a corregir su defensa cuando agarraban a su equipo en transición. Su gran estatura se tradujo en un efectivo juego aéreo e, incluso, tenía lo que todos anhelan: el gol.
Su carrera tomó una velocidad vertiginosa. Ahora con el FC Barcelona, volvió a ganar la Champions League en 2009 y 2011, mientras que con la Selección de España obtuvo la Copa del Mundo en 2010 y la Eurocopa en 2012. Es decir, con sólo 25 años lo había ganado todo.
La escalada no paró ahí. A la partida de Guardiola, cuando el club español entró en una transición, Gerard fue asumiendo un rol de liderazgo en el equipo y sumó otra Champions League en 2015 y otras cuatro Ligas, además de ser uno de los capitanes de una plantilla que tenía a Messi como buque insignia hasta su despedida, en noviembre de 2022.
Pero del Piqué del futbol más exigente del mundo no queda más historia que escribir. Lo que nos ha llevado a Barcelona al encuentro con él tiene que ver con lo que decidió hacer tras colgar los botines: revolucionar el futbol.
“Me he adaptado muy rápido a mi nueva vida y estoy muy feliz ahora mismo. Siempre he intentado mantenerme ocupado y buscar nuevos proyectos que me ilusionen y que cada mañana me den una motivación”, asegura al hablar sobre su vida posretiro. A estas alturas, confiesa, hay muy pocas cosas que la gente no sepa de él. “La gente sabe todo de mí, creo que me queda muy poco. Incluso, creo que la gente sabe demasiado”, se limita a decir. Nosotros queremos saber más, pero solamente del hombre que está transformando un deporte que lucía imposible de revolucionar.
Es difícil ponerlo en la misma caja que la gran mayoría de protagonistas en el glamuroso universo futbolístico. Ni siquiera se viste como el resto. Llega a la sesión fotográfica como cualquier otro día de su vida, con un estilo casual: playera, jeans y sneakers. No tiene un estatus que probar. Ahora, fuera de las canchas, Piqué busca ganarse la vida de otras maneras más allá de su fama e imagen, a diferencia de la mayoría de sus excompañeros.
Por momentos, da la impresión de que el futbol era sólo un segundo trabajo para el español: su maestría está en los negocios y las relaciones públicas. Si en la cancha era un provocador que levantaba la mano y abría el puño después de las épicas goleadas de 5-0 a su archirrival el Real Madrid en 2010 y 2018, fuera de ella se mueve en la afinidad y oportunidad.