La salud de Bruce Willis camina en línea recta hacia un callejón cuya pared final, de ladrillo y tristeza, no puede escalar. Su estrella se está apagando. A principios del año pasado se ponía nombre y apellidos a la enfermedad que había empezado a consumirle tan lenta como inexorablemente. Demencia frontotemporal, un trastorno cerebral ocasionado por la acumulación anormal de proteínas que dañan las células cerebrales. No tiene cura.
Por ello al mundo se le arruga el pómulo y le nace una sonrisa cuando el actor reaparece, muy de vez en cuando y de la mano de algún familiar. La última ocasión ha sido en cumpleaños de su hija, Tallulah Willis, que celebraba treinta vueltas al Sol. Y lo ha hecho en compañía de su expareja y madre de ella, Demi Moore, que lo ha subido a sus propias redes sociales.
“Bañando de amor a nuestra Tallulah hoy en su cumpleaños”, reza el pequeño mensaje que ha escrito la actriz de 61 años, que aparece sonriente en la instantánea ataviada con unos pantalones vaqueros azules y un cárdigan negro holgado.
Por su parte, el intérprete de 68 años ha impresionado por el buen estado en el que se le ve, con un atuendo deportivo negro y gris, una bufanda de idéntico color y una gorra de béisbol azul; sonríe a quien fuera su mujer y da la mano a Tallulah en un gesto tan familiar como emotivo.