El software espía Pegasus, producido por la empresa israelí NSO, a despertado la preocupación de Estados Unidos debido a que algunos gobiernos lo han utilizado para espiar a activistas de derechos humanos, periodistas y políticos, según informes recientemente publicados.
Este software es capaz de encender la cámara o el micrófono de un teléfono y recopilar sus datos. Surgió por primera vez en informes de medios de comunicación en 2016 cuando los investigadores aseguraban que fue usado para espiar a un disidente en los Emiratos Árabes Unidos. Otros objetivos de alto perfil han incluido al presidente francés, Emmanuel Macron, y al primer ministro de Pakistán, Imran Khan. Ellos se encuentran entre los 600 políticos captados en la controversia de Pegasus.
En medio de una creciente presión en el Congreso para que la administración Biden sancione al grupo NSO, el principal asesor estadounidense de Oriente Medio, Brett McGurk, se reunió con Zohar Palti, jefe del Buró Político-Militar del Ministerio de Defensa de Israel, en la Casa Blanca para discutir la controversia en curso. Palti le aseguró a McGurk que Tel Aviv está tomando el asunto muy en serio y está revisando si hubo violaciones de sus licencias de exportación y si se necesitan cambios en las regulaciones de exportación de Israel.
“Las empresas privadas no deberían vender herramientas sofisticadas de intrusión cibernética en el mercado abierto y Estados Unidos debería trabajar con sus aliados para regular este comercio. Las empresas que venden herramientas tan increíblemente sensibles a las dictaduras son los AQ Khans del mundo cibernético” aseguraron los miembros de la Cámara de Representantes de EEUU, Tom Malinowski, Katie Porter, Joaquin Castro y Anna Eshoo en un comunicado conjunto.
“Las negativas del Grupo NSO no son creíbles y muestran un desprecio arrogante por las preocupaciones que los funcionarios electos, activistas de derechos humanos, periodistas y expertos en seguridad cibernética han planteado en repetidas ocasiones. Los Gobiernos autoritarios que compran software espía de empresas privadas no hacen distinción entre terrorismo y disidencia”, concluyeron.