Algunos son multimillonarios que han financiado campañas republicanas y acceden a congresistas conservadores con un simple llamado de teléfono. Otros tienen dificultades para conseguir empleados en el sector agrícola, la construcción o el campo de la tecnología.
Son cientos de empresarios de diferentes rincones de Estados Unidos que han levantado su voz para presionar a congresistas conservadores renuentes a embarcarse en una reforma migratoria.
En su gran mayoría no apoyan una apertura fronteriza ni una amnistía para los casi 11 millones de inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, pero sí cambios en leyes de inmigración que llevan décadas sin ser actualizadas.
Su principal objetivo: que se aprueben normativas que den un estatus legal y trabajar a millones de extranjeros que viven en el país sin autorización, y que faciliten el ingreso con visas a inmigrantes capacitados o dispuestos a hacer tareas que los residentes locales no quieren realizar.