En una operación militar decisiva, Estados Unidos llevó a cabo una serie integral de ataques aéreos en Siria e Irak, alcanzando efectivamente 84 de los 85 objetivos designados.
Según funcionarios de defensa estadounidenses, estos ataques dirigidos a instalaciones y armas utilizadas por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y las milicias respaldadas por Irán son una respuesta a un mortal ataque con drones en Jordania que resultó en la muerte de tres miembros del servicio estadounidense.
Según la cadena CNN, los ataques aéreos dirigidos se centraron en una variedad de activos militantes, incluidos centros de comando y control, centros de inteligencia e instalaciones de almacenamiento de cohetes, misiles y drones.
La operación se caracterizó por su precisión, y los funcionarios informaron que todos los objetivos menos uno fueron destruidos o funcionalmente dañados. Es importante destacar que las evaluaciones preliminares indican que no hubo víctimas iraníes, lo que subraya la precisión de los ataques.
El presidente Joe Biden, hablando con los periodistas, enfatizó la eficacia de estos ataques para alterar las capacidades operativas de los grupos militantes en la región.