La decisión del expresidente Donald Trump de ausentarse del tercer debate de las primarias presidenciales del Partido Republicano del mes que viene y celebrar en su lugar un mitin pone de manifiesto lo complicada —y a veces espinosa— que se ha vuelto la relación entre el Comité Nacional Republicano y el equipo del candidato favorito.
El Comité se vio sorprendido cuando la campaña de Trump anunció la semana pasada que celebraría un acto la misma noche del debate, cerca del estadio de Miami donde se enfrentarán otros candidatos republicanos.
Aunque Trump no ha asistido a los debates anteriores, alegando su liderazgo en las encuestas, la decisión de organizar lo que parece ser un acto de competencia en la misma zona ha caído mal entre algunos republicanos.
“Es una bofetada en la cara [al Comité]”, dijo a CNN una fuente vinculada al comité. “Una bofetada intencional en la cara”.
Aliados cercanos a Trump intentaron justificar la decisión, señalando la frustración pública del expresidente con la decisión de seguir celebrando debates a pesar del amplio margen que tiene sobre el resto de los aspirantes. A principios de este mes, los principales asesores de campaña del expresidente pidieron al Comité Nacional Republicano (CNR) que “cancele inmediatamente el próximo debate en Miami y ponga fin a todos los debates futuros para volver a centrar su mano de obra y dinero” en derrotar a los demócratas en 2024.
Pero incluso antes de que los debates ocuparan el centro de atención, la relación de Trump con la organización se había vuelto cada vez más tumultuosa en los últimos meses.
Por un lado, el expresidente todavía alberga resentimiento hacia la organización por las elecciones de 2020, culpándolos de no contar con lo que él cree que eran los abogados adecuados para impugnar los resultados electorales, según dijeron múltiples fuentes a CNN. Algunos aliados de Trump han tratado sin éxito de convencerlo de lo contrario, señalando que no era responsabilidad del CNR proporcionar los recursos legales para impugnar las elecciones.