Uno de los rivales generacionales de Carlos Alcaraz gana su primer Masters 1.000 en Toronto contra Alex de Miñaur tras dos finales perdidas y da un paso necesario para ser un gran campeón.
Uno de los rivales generacionales de Carlos Alcaraz gana su primer Masters 1.000 en Toronto contra Alex de Miñaur tras dos finales perdidas y da un paso necesario para ser un gran campeón.
¿Las claves para ganar a Alcaraz? No te las voy a decir…”, respondía un día de esta semana Jannik Sinner, también reacio el rival generacional del número 1 a no soltar ni prenda sobre las pautas que había seguido para rendir al verdugo de Carlitos, Tommy Paul, en semifinales. “No me gusta hablar de los planes de partido”, aseguraba el italiano, 3-3 en su cara a cara con el español. Celoso de decir nada sobre su estrategia, en línea con su reservada personalidad y lo que cuesta acceder a él o a nadie de su equipo, una impecable estrategia y una implacable ejecución fue lo que catapultó al nuevo número 6 del mundo a su primer título de Masters 1.000 de Toronto contra el siempre complejo Alex de Miñaur, sufriendo al principio, disfrutando al final antes de besar su primer entorchado de categoría (6-4 y 6-1). Un paso necesario para ser un gran campeón.
El juego instintivo y agresivo, de pegar antes que pensar, al que tira cada vez más el tenis profesional sin freno, no ha desplazado, si es que algún día sucede, la importancia de la estrategia, esencial para tumbar a jugadores como Alex de Miñaur, incansable el australiano criado en Alicante desde el fondo de la pista, regular y quirúrgico para seleccionar en qué momentos atacar.
Sinner, que desplegó el plan que no pudo Alejandro Davidovich en semifinales, tenía que lidiar con ello más distintos tipos de presión. La obligación del favorito de ganar. La expectativa de que, por fin, ganara su primer Masters 1.000 al tercer intento. La sonrisa acabaría emergiendo, pero la primera reacción que brotó del jugador de casi 22 años fue la de alivio.
Casualidad o no, el italiano había acabado el entreno de la mañana reventando con su revés las bolas bajas, sin vida, que le tiraba desde el otro lado de la cancha Darren Cahill, seriedad pero también espacio para la broma con ambos compartiendo sonrisas ante un par de intentos fallidos de Sinner con revés a una mano. Eran las bolas que le esperaban contra De Miñaur, las que redujeron el explosivo tenis de Davidovich, experto el ‘aussie’ en diseccionar y neutralizar las virtudes de los rivales.
El discípulo de Cahill empezó algo aturdido la final, rompiendo el servicio a Alex y consolidando la rotura (4-2) pero equilibrando De Miñaur luego el primer set (4-4). Intentó salir de la trampa Jannik Sinner, esa que tiende el jugador de madre española y entrenado también por un español, Adolfo Gutiérrez, con su intercambio de reveses, sus bolas tiernas y golpes cortadas al centro que ralentizan el ritmo y dificultan la búsqueda de los ángulos. Aparte de seguir ausente su fiabilidad en el servicio, el italiano cayó en los errores no forzados que tan bien sabe provocar el australiano.
Pero sólo hizo que crecer Sinner a partir del noveno juego de esa primera manga, aguantando en los peloteos e interpretando el momento para cambiar la dinámica del peloteo para desequilibrar al de Sidney, segunda final consecutiva tras la de la semana pasada en Los Cabos y nuevo número 12 del mundo a partir de este lunes. Cada vez más incómodo, el ‘aussie’ empezó a tener que tomar decisiones, precipitándose en el ataque con dos derechas para que Sinner mantuviera su servicio en el 5-4. Determinado, el italiano se llevó el set al resto devolviendo con agresividad los segundos saques de De Miñaur y sorprendiendo al jugador de 24 años con una dejada.
El triunfo del número 6 anticipó el final del encuentro, que asistió a la exhibición de tenis y saber estar de Jannik Sinner, cada vez más fino en su variada exposición de recursos para demoler el muro de Alex. El italiano se zafaba con facilidad y habilidad del juego lento que quería el ‘aussie’ con dejadas, tirando reveses paralelos ganadores ante el intercambio de reveses, o hallando el modo de pasar a dominar con la derecha, descolocando a De Miñaur con su combinación de derechas, más inestable el nuevo número 12 de la ATP en el intercambio de ‘forehands’. Sinner acabó imponiendo su alto ritmo en los peloteos sin dar tregua a su rival pese a que el pupilo de Adolfo Gutiérrez es capaz de dominar todas las velocidades. La dificultad del australiano para recuperar la posición tras derecha de Sinner abría al italiano la pista para cerrar el punto con el paralelo.
Las bolas más altas que se veía obligado a tirar De Miñaur en algunas ocasiones ante la potencia de los tiros de Sinner y para recuperar cancha eran caramelos para el de San Candido, que se montaba decidido sobre ellas para bombardear al australiano con palos planos. Pese a que confesaba el 6 del mundo -ahora con 8 títulos ATP-, sin tampoco tener un inspirado en el servicio pero gestionándolo con inteligencia, sacando al cuerpo al de Sídney en los segundos saques viendo que se iba a restar casi justo a la línea de fondo. Una decisión así fue una de las que le sirvió para alejar la amenaza de rotura de De Miñaur -3-1 para Sinner y 30-30-, en la única situación delicada en el segundo set.
Cuando todo había acabado, cruzó Jannik Sinner una mirada de complicidad más con Darren Cahill al acabar. Se nota la profunda química entre él y el experimentado y triunfador entrenador australiano, intentando moldear otro número 1, convencido de que su pupilo, con el que empezó a trabajar a principios de 2022, puede llegar a la cima que ahora ocupa Carlos Alcaraz. Ya tiene probada experiencia construyendo campeones con Andre Agassi, Lleyton Hewitt y Simona Halep entre ellos, siendo también el que sacó lo mejor de Fernando Verdasco para conducirlo al top-10.