El argentino hilvano un convincente cuarto triunfo tras el regreso al ring y se ilusiona con volver a ser campeón mundial.
Sergio Martínez se presentó en el Wizink Center de Madrid, donde continuó edificando su sueño de tener una nueva chance mundialista. Así lo hizo al ganarle al británico Macaulay McGowan (14-3-1, 3 ko), de 27 años, por puntos unánime (99-89, 98-90 y 98-89). Resultó el 60° combate en la carrera de Maravilla, que a los 46 (cumple 47 el 21 de febrero) muestra un récord de 55-3-2, 30 ko.
El hombre de Manchester subió al cuadrilátero con música de Oasis y Maravilla, de furioso heavy metal, acorde para su actitud de buscar el centro del ring y no darle la iniciativa a un rival que se presentaba con promesa de ataque de gran volumen, si bien no con tanto picante. Ya en el 2° round, con Maravilla -guardia baja- invitándolo a que lo atacara, el argentino conectó una izquierda profunda que abolló la cara de su rival.
En el 3°, el inglés logró tomar el centro del ring por momentos y se armaron unos intercambios que levantaron al público, especialmente al puñado que llegó a Madrid para apoyar al europeo. El 4° resultó similar, con Maravilla recostado en la contra. La pelea se había emparejado por un rival que no estaba de paseo, sino con ganas de bajar al póster de la pared.
Con McGowan diestro y Maravilla, zurdo, por momentos se pisaban y hasta chocaban cabezas. Tras un 5° con buenas contras para volver a levantar en las tarjetas parciales, Martínez volvió a tomar protagonismo para atacar con un par de rectos de izquierda que mantuvieron a raya a un inglés que no estaba tan seguro de ir al frente para no comerse un vuelto de nocaut.
Y el vuelto llegó en forma de un gancho de derecha de Martínez a la boca del estómago de McGowan, al que obligó a arrodillarse mientras el árbitro empezaba la cuenta. Ese golpe fue fruto del trabajo de pelea que estaba llevando el bonaerense, quien no buscaba show sino edificar una victoria que, hasta ese 7° round, conseguía al menos por cuatro puntos.
Maravilla comenzó a ahorrar energías pero siguió pegando con manos certeras, tirando menos que su oponente, aunque con mayor precisión. Mientras, McGowan no conseguía entrarle y, como antes, tampoco podía arriesgar mucho por miedo a la contra. Así se consumieron los últimos tres rounds de una convincente presentación del argentino que, para la tarjeta Olé, ganó por 98-90 y terminó tirando a la lona de nuevo a su rival.
“Yo tengo que subir y, cómo digo siempre, si mi intención es disputar un Mundial, tengo que ganar. Y tengo que ganar con solvencia, con seguridad, y si es por nocaut, mejor. Sé que tengo que ganar bien ganado”, había dicho el quilmeño, que cumplió con esa meta aunque por poco le faltó el nocaut. Aunque no lo necesitó.