“Skinny fat” (“flaco gordo”) es el término no oficial que se utiliza en las redes sociales para describir a una persona que parece delgada pero tiene un alto porcentaje de grasa corporal. Un asiduo al gimnasio puede tener poca grasa subcutánea —la que se encuentra justo debajo de la piel y es fácil de pellizcar—, pero mucha grasa visceral. Esta capa de grasa es menos perceptible porque envuelve los órganos.
La grasa visceral es más peligrosa que la capa exterior de grasa que se ve, advierte el Dr. Colin Carriker, fisiólogo del ejercicio y profesor asociado de Salud y Rendimiento Humano de la Universidad de High Point, en Carolina del Norte. Una acumulación de grasa visceral por comer alimentos procesados ricos en azúcar, sal y carbohidratos, podría conllevar el mismo tipo de riesgos que una persona con obesidad.
Por ejemplo, grandes cantidades de grasa visceral circulando por el cuerpo podrían provocar el endurecimiento y estrechamiento de las arterias, una enfermedad conocida como aterosclerosis. Esta obstrucción impide que la sangre fluya al resto de los tejidos del cuerpo y aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y un derrame cerebral.
También aumenta el riesgo de muerte prematura si se hace ejercicio pero se descuida una alimentación sana. En uno de los estudios más amplios sobre los efectos de la actividad física y la calidad de la dieta, los investigadores descubrieron que las personas que hacían ejercicio con regularidad pero comían todo lo que querían tenían un mayor riesgo de mortalidad que las que hacían ejercicio y seguían una dieta sana.