Reducir los niveles de ácido úrico en el cuerpo generalmente implica cambios en la dieta y el estilo de vida de las personas, esto puede ayudar a prevenir enfermedades como los cálculos renales, la gota, el síndrome metabólico o la hipertensión arterial.
La revista Elsevier define el ácido úrico como “el producto final del metabolismo de las purinas endógenas y exógenas que en exceso provoca una hiperuricemia, que puede estar originada por una producción elevada o por una disminución de la excreción”. Es decir que con la concentración exacerbada del ácido úrico se hace más probable que la persona padezca de gota, una especie de artritis aguda, que dificulta la movilidad de articulaciones.
Asimismo, la hiperuricemia (elevado ácido úrico en la sangre), no solo se presenta en pacientes con gota, sino también en las otras patologías como leucemias, policitemia, toxemias del embarazo y en la insuficiencia renal terminal.
Según Elsevier, “la forma más marcada en que se presentan los ataques de gota es como una artritis monoarticular en el metatarso del pie, a veces en el talón, en el tobillo o en el empeine”. Estos factores la permiten diferenciar de otros tipos de artritis como las de causa reumática, el lupus y la fibromialgia.
También el ácido úrico se almacena en tofos, que son bultos visibles en las articulaciones y en el lóbulo de la oreja, pero este es un síntoma que aparece con el transcurso de la enfermedad.