Qué son las Nubes de Kordylewski y qué sabemos de su existencia: la luna no es la única que gira alrededor de la Tierra

Tras su teórica confirmación en 2018, la revista National Geographic publicaba un artículo con el sugerente título de “La Tierra tiene dos ‘lunas’ extra, ocultas”. Nuestro satélite ya no estaba solo, pues las nubes de Kordylewski, observadas por primera vez en 1961 por el astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski, habían confirmado su existencia. Además de la Luna, nuestro planeta tiene otros cuerpos celestes orbitando de manera relativamente estable alrededor.

Múltiples científicos consideran aventurado catalogar a las nubes de Kordylewski como satélites, pero más allá de los miles de satélites artificiales y dispositivos que el ser humano ha enviado al espacio, es llamativo conocer que la Tierra mantiene elementos naturales a su alrededor, más allá de la propia Luna.

Las nubes de Kordylewski son dos grandes concentraciones de polvo ubicadas en los puntos de Lagrange L4 y L5 del sistema Tierra-Luna. Se trata de dos de los cinco puntos donde la atracción gravitatoria tanto de la Tierra como de la Luna ejercen una fuerza combinada que permite tener una ubicación de estabilidad.

En el caso de estas nubes de Kordylewski, las observaciones sugieren que se mueven alrededor de estos puntos en elipses, habiéndose mantenido en esa ubicación, unos 400.000 kilómetros de la Tierra, al menos durante varias décadas.

Tras la publicación en ‘Monthly Notices of the Royal Astronomical Society’ por parte de dos astrónomos húngaros, las nubes de Kordylewski se consideran confirmadas. Si bien, sigue siendo objeto de debate pues son un fenómeno realmente tenue y difícil de observar.

Héctor Vives, astrofísico del Instituto Nacional de Tecnica Aeroespacial (INTA), explica que “según los cálculos, las partículas de polvo podrían estar ahí entre un mes y varias décadas. Pero si existen esas nubes son extremadamente tenues, y se ven muy influidas por el viento solar e interacciones gravitatorias”.

Estas influencias externas podrían provocar que, pese a encontrarse en un punto de relativa estabilidad como los puntos de Lagrange, quizás las nubes de Kordylewski terminan abandonado esa ubicación en las próximas décadas. En ese punto de la investigación es donde nos encontramos, para entender si realmente estas nubes son suficiente estables como para considerarlas que orbitan junto a nuestro planeta o si se trata de una situación temporal, con una corta vida a escala espacial.

“Su existencia tampoco está confirmada aún, porque sondas que han pasado por ahí no han detectado nada, y la luminosidad desde la Tierra sería poco más que la luz de fondo”, expone Vives. “El artículo termina con una propuesta de detección consistente en mandar otra sonda y una campaña de observación con telescopios terrestres”.

¿Tiene la Tierra entonces más de un satélite? “Siendo únicamente partículas de polvo, yo no las llamaría satélites”, explica el astrofísico. Tampoco pseudosatélite parece convencerle: “pseudosatélite se usa en inglés británico para aparatos que se ponen en la atmósfera a mucha altitud. Y ‘pseudomoon’ lo usan para las rocas que están un tiempo casi orbitando la Tierra”.

“No hay definición que especifique el tamaño mínimo de un satélite. A veces a trozos grandes en los anillos de Saturno se les llama “moonlets”, pero estas partículas de polvo serían incluso menos que eso…”, explica Vives.

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