El Tinkuy de la cuestión

La presentación del controvertido presidente del Consejo de Ministros de Perú, Guido Bellido, junto a su cuestionado gabinete significó más que la presentación del camino que seguirá el gobierno del presidente Pedro Castillo o la consecución del voto de confianza del cuerpo legislativo. A pesar del resultado político de este acto de equilibrio de poderes, el acontecimiento de la investidura puso sobre la mesa un tema pendiente para la sociedad peruana que hoy más que nunca se vuelve urgente. Y es que más allá del acto político en sí mismo, el acontecimiento representó un acto social importante que no se había vuelto a repetir con tal magnitud en la escena política desde que Martha Hildebrant distinguió al español como lengua culta, mientras que al quechua y las diferentes lenguas originarias las catalogó como algo risible, oponiéndose a firmar una ley que buscaba preservar el uso y enseñanza de las lenguas indígenas.

Esta clara práctica de discriminación linguistica, bajo la que se acomodan distintas formas de discriminación ya sea por fenotipo o clase social, se volvió a vivir públicamente en el Congreso de la República, un escenario que por la asidua conducta de sus representates se ha vuelto una de las instituciones en las que la inclusión y la diferencia parecen no tener espacio en pro del revanchismo y la política partidaria.

La participación de Guido Bellido, salvando las distancias ideológicas, representó un acto social relevante desde el momento en el que se enuncia: el cuestionado político comienza su disertación en quechua, la lengua originaria más grande en el Perú, hablada por casi 4 millones de personas, y oficializada en 1975 junto con otras 46 lenguas indígenas. Sin embargo, fue rápidamente contenida y censurada por la voz de los parlamentarios que acusaron a Bellido de saltarse el protocolo e incluso los más atrevidos aseguraron que “El español es la lengua oficial del Perú y que existen traductores a quechua”. 

¿Qué supone esto y por qué es peligroso? Las declaraciones de nuestros políticos y congresistas suponen una alta relevancia por dos motivos: el impacto social de todo aquello que se manifieste en la esfera pública; por ejemplo, normalizar o condenar conductas como sociedad y segundo, la posición de aquellos a los que se les es conferido el poder de establecer políticas y colocar temas en agenda. Sin embargo, precisamente ellos olvidan que gobiernan un país pluricultural, amplio y diverso en donde todos necesitan poder desarrollarse en su lengua. Nuestro reto en adelante es visibilizar aquello que tenemos normalizado y que nos aleja, para extender puentes al entendimiento mutuo y que eviten que el Perú continúe siendo un país ancho y ajeno. 

** Tinkuy: Palabra quechua que significa reunión o encuentro. 

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