Bienvenidas y bienvenidos a esta segunda columna de opinión para seguir reflexionando sobre la Mujer y su Inteligencia Emocional Financiera. Los invitamos, junto con La Visión, a un viaje de descubrimiento, de reflexión, de crecimiento para entender más y mejor el recurso dinero, para que, ¡a través de este accedamos a muchas experiencias enriquecedoras!
Hoy quiero compartirles a qué me refiero cuando hablo sobre Inteligencia Emocional Financiera. Yo la defino como “la capacidad de gestionar emocional y financieramente al dinero para lograr vivir el estilo de vida que elegimos; en equilibrio y en coherencia con quienes somos, y en equilibrio con nuestros vínculos con los demás”. O sea, en simple: lograr que el dinero sea un recurso para vivir la vida que queremos.
Para ello es fundamental desarrollar nuestra inteligencia emocional en lo referente a nuestro vínculo con el dinero y desarrollar nuestra inteligencia financiera.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Según Daniel Goleman “la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las emociones – tanto propias como ajenas – y de gestionar nuestra respuesta ante ellas. La podemos definir como el conjunto de habilidades que permiten una mayor adaptabilidad de la persona ante los cambios. También tiene que ver con la confianza y seguridad en uno mismo, el control emocional y la automotivación para alcanzar objetivos. Comprender los sentimientos de los demás, manejar las relaciones y tener poder de influencia es básico para conseguir cambios positivos en el entorno”
El auto-conocimiento es uno de los elementos fundamentales de la inteligencia emocional. Goleman define auto-conocerse como identificar los pensamientos, los sentimientos y la fortaleza de cada uno, y notar cómo influye en las decisiones y las acciones.
Como Lic en Psicopedagogía y a raíz de mi experiencia trabajando con cientos de personas fui identificando los elementos que considero claves en el proceso de autoconocimiento para desarrollar nuestra inteligencia emocional financiera y son:
Reconocer:
• las emociones que nos generan los temas de dinero. (¿Qué emociones te genera, por ejemplo, gastar dinero? ¿Te genera placer? ¿ansiedad?, ¿culpa?, ¿miedo?, ¿vergüenza?)
• los pensamientos más recurrentes que tenemos en relación al dinero. Por ejemplo, “¡No voy a llegar a fin de mes!” “¡Nunca voy a lograr comprarme mi casa!”
• nuestra personalidad financiera ¿Cómo nos comportamos con el dinero?
• nuestra historia personal y familiar en lo referente al dinero. ¿Qué eventos significativos sucedieron?
• nuestros dones, nuestros talentos para a través de ellos generar nuestra fuente de ingresos.
• nuestros valores ya que van a definir el estilo de vida que realmente queremos vivir.
• nuestra forma de aprender, nuestro estilo cognitivo. ¿Tu estilo es más analítico, más creativo, más ordenado y metódico?
Te invito a que reflexiones sobre cada uno de esos puntos en vos. En las siguientes columnas vamos a explorar en mayor detalle cada uno de ellos.
Por el otro lado está el aspecto financiero, nuestra Inteligencia Financiera.
Robert Kiyosaki, autor del libro «Padre rico, padre pobre» define a la inteligencia financiera como «la habilidad de generar riqueza o la capacidad para resolver problemas financieros».
En las próximas columnas iremos explorando estos aspectos pero a grandes rasgos podríamos decir que hay dos pilares fundamentales : la gestión de los ingresos y la gestión de los egresos.
Considero que es muy importante educarnos financieramente y aprender a por ejemplo invertir, a ahorrar, a armar un presupuesto y conozcamos las diferentes herramientas financieras para potenciar a nuestro dinero y proteger lo más preciado. Sin embargo considero que para que éste aprendizaje sea realmente significativo, lo apliquemos en nuestras vidas y se convierta en hábitos financieros saludables que nos lleven a lograr nuestros objetivos, es fundamental que lo aprendamos incluyendo todo el aspecto emocional que les mencioné anteriormente y que la forma en que recibamos esas enseñanzas contemple nuestra manera de aprender.
Por eso es que desarrollé el concepto de Inteligencia Emocional Financiera, porque no concibo lo financiero sin lo emocional. Como Psicopedagoga comprendo profundamente cómo nuestras emociones, nuestra autoestima, nuestro amor propio, la estructura de nuestra personalidad, nuestro estilo de aprendizaje, nuestras experiencias de vida, nuestra cultura influencian e impactan directamente en todas las decisiones que tomamos en la vida, por lo tanto también van a determinar nuestras decisiones financieras.
¿Coincidís? ¿Qué reflexiones te despertó esta columna?
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¡Muchas gracias! Hasta la próxima columna.
“Si desarrollar tu Inteligencia Emocional Financiera te es COHERENTE, ¡VALE!”