El forastero, el postulante, el aprendiz, el periodista

Siento escalofríos cada vez que tengo que responder por qué estudié periodismo. Sé que les debo sinceridad a todos ustedes. Por eso, estas líneas. Nunca se me pasó por la mente estudiar esa profesión. Es más, sentí que me apasionaba la medicina. Creía que mi camino era ayudarlos, a través del contacto directo con sus ojos y sus males físicos, encerrados en una habitación fría con un paisaje lleno de pósters sobre cuerpos, esos con las venas a la intemperie. Era solo yo para ustedes. 

Me equivoqué, obviamente. Y me perdí por un tiempo de mí misma. No era pasión por la medicina. No era esa la forma en la que quería ayudarlos. Era algo más.  No lo supe por un buen tiempo. Fueron momentos de reflexión personal. Éramos yo, mis pensamientos sobre qué haría conmigo- sí, como si fuera una carga para mí misma- y, algunas veces, mis psicólogas. No les daré tanto crédito a ellas. No se preocupen. No es una historia del éxito o de la fundación de una empresa personal y emprendedora. Mucho menos intento realizar un discurso de superación y motivación. Estas palabras están acá porque tengo este espacio y unos cuantos minutos de su atención. 

Los periodistas somos eternos postulantes. No a un examen de admisión. Esa cosa- desde mi perspectiva actual- es una tontería más, un paso adicional de la burocracia instalada en la educación. Citaré a mi estimado Ribeyro, “Ser el eterno forastero, el eterno aprendiz, el eterno postulante: he allí una forma para ser feliz”. 

Desde el inicio a este mundo, me di cuenta que los periodistas somos los eternos postulantes a la realidad, a lo nuevo y, también, a lo viejo. Todos los días existen personas detrás de ese periódico matinal que ustedes pasan la vista rápida a sus titulares. Somos los eternos aprendices que- desde primer ciclo- nuestros profesores nos enseñan que no solo existe una perspectiva de las cosas, de los hechos, de la realidad. Nosotros, los periodistas, los forasteros eternos, en un solo reporteo, nos percatamos que existe más de algo y más de aquello. Por más que queramos acomodarnos solo a una versión, no podemos. Hasta podría decir que nos da miedo hacerlo. Tratamos de ser los visores y los lentes sin filtros. Tratamos de ser los cuentistas de la vida diaria con diferentes enfoques divididos en secciones para un mejor alcance al público.

Como lo señalé en un principio, la medicina no era la forma en la que quería ayudarlos a ustedes. En realidad, no quiero ayudarlos. No soy una persona especial. No soy una autoridad para hacerlo. Solo soy una forastera, una aprendiz, una eterna postulante a la realidad, a la vida, a los hechos, a la supuesta verdad. Soy una más de ustedes, en este enorme conflicto llamado sociedad. No solo es la fría habitación con ese póster del cuerpo y sus venas. Es el paisaje interno y externo que le afecta, a él, a ustedes y a mí. No soy yo para ustedes. Soy yo, ustedes y el eterno mundo. 

Y por todo esto, decidí ser periodista. Llegamos a ser insignificantes ante la realidad e importantes para intentar explicarla y no volvernos locos. He allí el sentido. He allí la felicidad, mi felicidad que sigo buscando. 

Exit mobile version