Sus luchas fueron de todos los días

Con su heroica muerte el 23 de marzo, fue el día crucial de Negreiros y de sus memorables luchas de confrontación a los gobiernos de turno, la oligarquía, el imperialismo, por hacer realidad, a lo largo de toda su vida, los ideales y principios de la libertad y la justicia social. 

Al recordar esos principios, y su ejemplo de vida, reconocemos que eran para él, reto, armas, sobre todo base de su práctica de lucha cotidiana por las urgencias del Perú. Práctica, que fundaba en su entera moral de lucha y de su lealtad a la ideología y doctrina del desarrollo económico, humano y de la justicia social del aprismo cuyo ejercicio compartía con los compañeros apristas y los sindicalistas en la organización y vida ora política ora sindical ora social, práctica con que se propuso la emancipación social, económica y política del país. 

Por eso sus luchas por la libertad sindical que registran sus biógrafos y los historiadores sindicales, como German Luna,  Morir para seguir viviendo, Alberto Moya Obeso Sindicalismo aprista y clasista en el Perú, Dennis Sulmont Historia del Movimiento Obrero, Ricardo Temoche, Negreiros Mártir. 

Fueron por cierto victoriosas sus luchas con la multiplicación del número de sindicatos, al igual, de convenios colectivos, de grandes movilizaciones, que consideraba se lograba avanzar en la reducción de la pobreza, y la desigualdad, en el combate a la exclusión y discriminación sindical, en vencer la opresión patronal y gubernamental, lo que en una u otra circunstancia ocurría con petroleros, mineros, del transporte, hoteleros, de restaurantes, azucareros, arroceros, de la agroindustria, pesca, empleados particulares. Ninguno de los gremios, ni sus reclamos, les eran a Negreiros, extraño. 

Sus estrategias unificadas, que resolvieron la fragmentación de la fuerza de los trabajadores y duraron por más de 20 años. En esa línea la fundación de la CTP, Confederación de Trabajadores del Perú. 

Al igual sus luchas por la defensa a las libertades democráticas con la participación y la movilización social, que fueron permanentes, y de avance a una democracia, que distinguía, por una propicia a dar frutos de progreso y bienestar a todos los ciudadanos en el país. De ese modo, superará las limitaciones o inequitativas ventajas que permite aquella democracia de estructura y dimensión política, que conocemos, como democracia representativa o la teórica directa, necesaria, y necesaria también de perfeccionarla, pero que, requería encaminarse a una democracia social, cuyos avances resultaban la promoción y defensa de los derechos laborales y de protección social, la solución de las antes dichas demandas de progreso y bienestar de las clases trabajadoras y la ciudadanía mediante leyes y diversas acciones y disposiciones. Como enseñó Haya de la Torre.

Esas luchas las libró en toda circunstancia, en particular, aquellas de violencia y de represión, de hostilidad, todos sus días, con años de prisión, en el Frontón, el Sexto, Los aljibes del Callao, o de largos meses en el hielo de los calabozos de Cerro de Pasco, de persecuciones que le impuso la confrontación al autoritarismo, la intolerancia política, sindical y social sin abandonar los principios ni de rendirse.

Con la lealtad a prueba de balas todo sus días y sus noches, abrazó al Partido de los Trabajadores, Partido del Pueblo o Partido Aprista y al propio tiempo el sindicalismo de frente único instrumentos y armas de justicia social, cuyos propósitos de construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados, una democracia de pan y libertad, eran comunes. 

Unas muestras de sus luchas antiimperialistas, anti oligárquicas y anti dictatoriales las libró contra la IPC International Petroleum Company por derechos y beneficios a los petroleros o la Cerro de Pasco Corporation a los mineros … o las anti oligárquicas, a los trabajadores de las empresas consideradas “dueños del Perú” y contra las dictaduras, hasta caer de 29 balazos con la de Odría.

Así se nutrieron y crecieron su lealtad y coraje, para liderar el Partido al lado del jefe compañero Haya de la Torre, y de cada uno de los apristas y a todos los trabajadores.

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