Cuando el sustantivo MALDAD pierde su significado

En la ahora diaria avalancha de noticias de masacres en masa, algunas se distinguen más que otras por el número de víctimas, aunque muy pronto viene otra que la supera y con ‘pensamientos y oraciones’ seguimos con nuestras vidas.

Estados Unidos es el país en el que sus ciudadanos poseen más armas de fuego que ninguna otra nación, un promedio de 120 por cada 100 personas. Se invoca la Segunda Enmienda a la Constitución como argumento de que otorga el derecho al pueblo estadounidense a poseer y portar armas de fuego. Muchos aseguran que los ciudadanos respetuosos con las leyes se arman, y actúan “más rápido y mejor” que la policía y, por tanto, las armas reducen las tasas de criminalidad, cosa que los números y estadísticas se encargan de desmentir.

En este 2023 llevamos más ataques de esa índole que días transcurridos en el calendario. Todo indica que los asesinatos en masa se han convertido en una norma, y algunos cínicos dicen que es el precio de vivir en una democracia. Viendo las estadísticas, la mayoría de los masacres en masa desde 1982, han sido cometidos casi exclusivamente por hombres blancos- más del 64% de esos tiroteos.Los afroamericanos ocasionaron cerca del 16% según análisis hechos por el prestigiado medio informativo Mother Jones, mientras que los asiáticos fueron responsables de alrededor del 9%. Las personas identificadas como latinas y nativas americanas completaron el estudio.

Históricamente, los latinos y los asiáticos habían sido la excepción de estas atrocidades, pero algo muy peligroso está ocurriendo, más latinos y aún asiáticos, son autores de estas atrocidades.

El 7 de mayo en el centro comercial de Allen, un suburbio de Dallas, Texas, Mauricio Martínez García de 33 años asesinó a ocho personas, incluyendo tres niños e hirió a siete personas más, varios gravemente. Martínez García, quien fue muerto por la policía, tenía un perfil en una plataforma rusa de redes sociales el que expresaba sentimientos antisemitas, racistas y desprecio hacia las mujeres. En diferentes publicaciones, elogió a otros autores de tiroteos masivos, como los responsables en la escuela de Nashville en 2023 y de la matanza de Isla Vista en 2014. Además, subió fotografías del lugar donde se encontraba el centro comercial tres semanas antes del ataque y fantaseó con guerras raciales y con el colapso de la sociedad. Lucía el tatuaje de un suástica en el pecho, vestía ropa paramilitar similar a la que portaron los llamados Pride Boys, quienes formaron parte de los atacantes al Capitolio el 6 de diciembre de 2020 y cuyo líder, Enrique Tarrio, es un afrocubano.

Estos sujetos han sido atraídos por los verdaderos blancos supremacistas con el señuelo de hacerlos parte del ‘selecto club’, y ese peligro está creciendo ante la vulnerabilidad de muchos jóvenes latinos que siguen, con una patética ceguera, a los grupos de neonazis supremacistas blancos, que buscan el poder a toda costa, alentados por políticos como la representante de Georgia, Marjorie Taylor Greene y Lauren Boebert, de Colorado, ambas rabiosas promotoras de las armas de asalto tipo AR-15 y que han mostrado fotos con sus familias en Navidad, todos portando armas, ¡hasta los niños!.

Lo absurdo de lo grotesco, miembros de una minoría sirviendo de carne de cañón. ¿Abriremos a tiempo los ojos antes de que continúe esta locura?

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