Perú, la crisis continúa

El 28 de julio de 2021 fue el día, de las primeras veces en Perú, que un maestro de escuela tomaba posesión como presidente del país y la primera vez que un político ajeno a las élites alcanzaba el poder, aupado por un discurso anti-establishment de tinte populistas. Ese aprendiz de líder prometió, en esa oportunidad, y con la mano sobre la Biblia, transformar un país fracturado y profundamente polarizado tras unas elecciones que lo habían enfrentado a Keiko Fujimori. Desde ese día, sin embargo, no solo se agravó la espiral de inestabilidad del país sino que Perú entró en una etapa política sin rumbo que acabó el miércoles 7 de diciembre en la destitución y detención del gobernante. Casi un déjà vu.
La caída del maestro Castillo se produce, desde un primer momento, de manera paulatina y empezó a las pocas semanas de haber iniciado su mandato como presidente de Perú. En menos de un año y medio el mandatario nombró cinco gabinetes, con decenas de renuncias y destituciones y continuo con la ruptura con el hombre que lo llevó a la presidencia, Vladimir Cerrón, líder de la formación Perú Libre quien es dirigente de la izquierda ortodoxa y que está inhabilitado para ejercer cargos públicos por una sentencia de corrupción y construyó la candidatura del maestro rural para formar un Gobierno de ruptura total con el pasado reciente del país. No obstante, pronto empezaron los desencuentros entre los dos hasta consumarse el divorcio, una fractura que fue más allá de lo simbólico y le costó a Castillo el respaldo parlamentario de sus legisladores.
De hecho esa bancada calificó, sin medias tintas, como “golpe de Estado” la decisión del maestro Castillo de disolver el Congreso.
Pero OJO, no se trata solo de Perú o Pedro Castillo, se trata de América Latina que después de haber degustado una gran variedad de sabores amargos en la política, continua sin aprender hacia donde mirar y a quien apoyar. Lo invito Sr. Lector, póngale el nombre de Cristina, Maduro, Bolsonaro o Petro, por solo nombrar unos pocos, y se dará cuenta que el resultado es el mismo, sino me cree revise la prensa diaria de esos países y saque las conclusiones para ud mismo, sin decírselo a nadie.
César Hildebrandt, uno de los periodistas y escritores más importantes de Perú, señala que “el maestro Castillo no es un accidente en la historia de Perú, sino que es la materialización de un país sin ningún proyecto nacional”. Tal y como señale en el párrafo anterior, es la característica actual de la region. En los últimos cuatro años Perú ha tenido seis presidentes distintos.
Creo que el solo hecho de conocer un mínimo de la historia reciente de su país, seis presidentes han desfilado en cuatro años, algo de asesoría legal y una pizca de olfato político, el sr. Castillo hubiera entendido que, dada su orfandad partidista y militar su intento a lo Fujimori de disolver el congreso y declarar un gobierno de excepción, era el sinónimo de saltar por un precipicio.
El expresidente sale en medio de una gran soledad, diríase que sin dolientes, recibiendo apenas la solidaridad de algunos de sus homólogos de la izquierda latinoamericana, que lo victimizan con no muy originales argumentos y en los que no ha aparecido, todavía, el imperio como principal actor.
El maestro Castillo No tendrá el apoyo masivo y militante del Grupo de Puebla, quienes ya anunciaron la presencia de varios ex presidentes de izquierda en Buenos Aires en apoyo incondicional a Cristina Kirchner, finalmente condenada a seis años de prisión por una escandalosa estela de corrupción denunciada catorce años atrás y que comenzó durante el primer mandato de otro histórico del Socialismo del Siglo XXI, su esposo Néstor Kirchner.
¿Qué pasará en Perú tras la destitución de Pedro Castillo?
Pues ya está pasando, Perú cuenta ahora con una nueva presidenta la Sra. Dina Boluarte, la primera mujer en la historia del país, pero no por ello deja de ser una solución transitoria y que fácilmente puede desembocar en una nueva tormenta. No en balde, tantos presidentes se han sucedido en tan pocos años, los tentáculos de la corrupción se han extendido por las instancias del poder y en la población ha crecido la desconfianza hacia los gobernantes.
Para evitar un nuevo descalabro, es importante que se convoquen elecciones y que las mismas fuerzas de uno y otro signo que ese miércoles rechazaron la vía del caudillismo dejen atrás sus rencillas y unan por una vez sus fuerzas para sacar a Perú de su crónica crisis presidencial. Algo que no es muy sencillo por el ambiente tan tenso que está viviendo ese país. En este punto creo necesario destacar que el equilibrio de poderes implica que el gobierno de turno tenga un Congreso hostil.
Si bien en el discurso de toma de posesión de la nueva presidente del país Sra. Dina Boluarte expreso su intención de culminar el periodo presidencia que inicio Pedro Castillo, hoy 12 de diciembre, la realidad de los hechos, como siempre, la hizo cambiar de opinión y en un mensaje a la nación expreso lo siguiente: “He decidido asumir la iniciativa para lograr un acuerdo con el Congreso de la República para adelantar las elecciones generales para el mes de abril de 2024. En los próximos días remitiré al Congreso un proyecto de Ley de adelanto de elecciones para ser consensuado y aprobado en el parlamento”. Sin duda alguna esta nueva postura le insuflara un poco mas de aire fresco a su gestión.
No obstante, ella no va a estar exenta de episodios desestabilizadores, en primer lugar tendrá que hacer frente al enfrentamiento casi histórico de la Presidencia con los demás poderes del Estado: el Congreso, el Poder Judicial y el Ministerio Público ya que solo cuando el gobierno ha tenido una amplia mayoría en el Congreso ha podido gobernar con cierta comodidad.
Ese es el desafío que tiene ella ahora, ya a sabemos que cuando un presidente no tiene un grupo parlamentario que pueda soportar al gobierno, ese gobierno se cae.
Si bien la Constitución Política de Perú, aprobada en 1993, establece que la presidencia de la República queda vacante por “permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso”, en la práctica eso se ha convertido en una especie de espada de Damocles que pende permanentemente sobre la cabeza del presidente y que puede caer sobre él en cuanto en el Congreso se reúnan los 87 votos requeridos. Mientras tanto entre el congreso y el Presidente se desarrolla un juego perverso que consiste en que el primero amenaza al Presidente con declarar la vacancia presidencial y el segundo amenaza al Congreso con disolverlo conforme a la autoridad que la constitución vigente le otorga. En estos juegos constitucionales los presidentes peruanos tienen una posición mucho más débil.
Los sucesivos congresos se han dado cuenta de que el procedimiento de la vacancia les da la posibilidad de acabar con el presidente y no han dudado en utilizarlo, lo cual podría dar la sensación de que la aplicación de este precepto constitucional pudiera haberse desvirtuado.
Según Omar Cairo, profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica de Perú, “Perú es el único país en el mundo que tiene la institución de la vacancia por incapacidad moral. Pero la incapacidad moral, que está en las constituciones peruanas desde 1839, aludía, en el siglo XIX, a la incapacidad mental de un presidente”.
La Sra. Boluarte no tiene una bancada que la apoye en el Legislativo y su presidencia corre el riesgo de quedar marcada por la misma incertidumbre que sufrieron sus predecesores.
Para muchos se abrió un camino de relativo alivio y hasta de esperanza a partir de un golpe que generó un curso inesperado y de vital consenso nacional en medio de la creciente polarización que venía corroyendo a Perú. Ojalá que Perú logre más rápido que tarde la estabilidad que hace tiempo perdió.

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