Nadie gana una guerra nuclear

Las potencias nucleares llevan a cabo planes de modernización o expansión de su armamento en momentos en que se desmorona la estructura de control que ha limitado a EE.UU. y Rusia desde el fin de la Guerra Fría.


El arsenal nuclear mundial crecerá durante esta década y los existentes se encuentran en fase de renovación o expansión, mientras la estructura de control de armamento y desarme progresivo, por la que Washington y Moscú habían desmantelado, desde los años ochenta decenas de miles de ojivas atómicas, está prácticamente extinguida y la retórica de los mandatarios de algunas potencias nucleares resulta cada vez más preocupante. Solo hay que fijarse en lo que está haciendo Corea del Norte e Irán.
Vale señalar que una sola ojiva nuclear puede destruir una ciudad entera, con la posibilidad de causar la muerte de millones de personas, y poner en peligro el medio natural y las vidas de las futuras generaciones debido a sus efectos catastróficos a largo plazo.

A pesar de que las armas nucleares solo se han utilizado dos veces en una Guerra, en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki de 1945, hoy en día quedan en el mundo, según informes de las Naciones Unidas, unas 18.080 armas nucleares y se han llevado a cabo más de 2.000 ensayos nucleares hasta la fecha.
Si bien el desarme es la mejor medida de protección contra la amenaza nuclear, alcanzar esa meta ha sido un reto inmensamente difícil.

Las nueve potencias nucleares están modernizando su arsenal según el programa del SIPRI sobre Armas de Destrucción Masiva, siendo que la mayoría de esos países están redefiniendo sus doctrinas sobre el empleo de armamento atómico. Lo cual podría nos podría estar alertando acerca de los peligros que enfrenta el mundo en el mediano y largo plazo.
El arsenal nuclear de Rusia sigue siendo enorme, y junto al de Estados Unidos, suma más del 90% de todas las cabezas nucleares. Durante décadas, el armamento que Moscú y Washington podían producir y utilizar ha estado limitado por una serie de tratados bilaterales, que se firmaron durante lo que se conoce como la Edad de Oro del Control Armamentístico (1987-2000).

Hoy solo queda en vigor el New START, hasta 2026, que fija el número máximo de armas nucleares que ambos países pueden tener desplegadas, pero no las almacenadas. Es poco creíble que tanto Washington como Moscú vayan a negociar nuevas limitaciones teniendo en cuenta, por un lado las tremendas tensiones que ha generado la guerra en Ucrania, pero lo más importante es la conformación de un nuevo orden mundial, en el que occidente no quiere permitir que Rusia (Putin) tenga un papel protagónico.

Para que tengan una idea de lo importancia de lo que está en juego, las inversiones que uno solo de los países nucleares está en proceso de realizar, supera con creses la sumatoria del PBI de los países de América Latina.

Además de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, las otras cuatro potencias atómicas: la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, también están llevando a cabo inversiones multimillonarias en sus programas atómicos. Sin embargo, la información oficial que aportan, estos países, sobre sus arsenales y sus planes de desarrollo son extremadamente limitados como Irán o nulos como es el caso de Israel.

Quizás el más alarmante de los casos es el avance logrado por Corea del Norte en su programa atómico. Su último ensayo nuclear se realizó en 2017, ese país probó con éxito una bomba de hidrógeno, con una capacidad de destrucción muchísimo mayor que las de Hiroshima y Nagasaki. Desde entonces, el régimen de Kim Jong-un ha exhibido varios misiles balísticos intercontinentales y ha demostrado su capacidad de efectuar lanzamientos desde submarinos. Además, en abril de 2021 el llamado líder de Corea del Norte declaró que las Fuerzas Armadas norcoreanas estaban preparadas para usar sus armas nucleares en cualquier momento e instó a avanzar en el programa atómico “a un ritmo todavía más rápido”.

En el caso de Irán, las negociaciones para reactivar el acuerdo nuclear, que el expresidente estadounidense Donald Trump rompió unilateralmente en 2018, siguen en el limbo y la Agencia Internacional de la Energía Atómica advirtió que Teherán poseerá muy pronto suficiente uranio con el grado de enriquecimiento necesario como para producir una bomba atómica.
Lo que he querido señalar, es que hay una preparación en camino, para un futuro, que nadie sabe cuándo llegara, pero lo cierto es que ya las amenazas ya se hicieron y también lo es que nadie gana en una guerra nuclear.
Según una simulación realizada por la Universidad de Princeton sobre lo que ocurriría en un hipotético conflicto nuclear entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN. Las víctimas ascenderían a 90 millones de personas, desconociéndose qué pasaría si se sumaran al conflicto otros países con armas nucleares. Lo anterior sin contar si participan otros países que no sean Rusia, Estados Unidos y la OTAN.

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