La esclavitud de siempre

Cuando hablamos de esclavitud, pensamos en que es algo que forma parte del pasado y que ya contamos con suficientes herramientas legales para defender la libertad de cada individuo. Es cierto, pero solo a nivel de discurso, en la realidad no lo es. La esclavitud no terminó, sino que evolucionó a lo que hoy se conoce como esclavitud moderna, que es un término que incluye situaciones en las que, a una persona, mediante amenazas, violencia, coacción, abuso de poder o engaño, se le priva de su libertad para controlar su cuerpo, elegir o rechazar un empleo o dejar de trabajar.

Parece mentira que, en el siglo XXI, identificado como del desarrollo de las nuevas tecnologías exista algo como la llamada esclavitud moderna. El informe GSI (Índice Global de Esclavitud) elaborado por Walk Free Fundation, con sede en Australia, indica que en la actualidad más de 40 millones de personas viven bajo esta condición de «esclavos modernos, padeciendo las consecuencias de un sistema injusto y cruel, siendo la pobreza la principal causa de esa esclavitud, que vuelve más vulnerables a las personas que la sufren, especialmente a la infancia.

Pero no es todo, ninguno de los 5 continentes está exento de esa legendaria pandemia, incluyendo lo que yo llamo el SEXTO CONTINENTE (internet y las redes sociales), instrumento fundamental para la comercialización de personas.

Otro dato importante es que la esclavitud moderna genera más de 13.000 millones de dólares de ganancias anuales a los que la ejercen, por eso es lógico que quieran mantenerla oculta. Muchos de los trabajadores explotados que forman parte de esta nueva esclavitud han sido engañados con falsas promesas de buena educación y mejor salario en un futuro, cosas que nunca llegan, y para cuando la víctima es consciente de lo que sucede, ya está sumergida en enormes deudas, lo que facilita el circulo de la explotación.

Hace más de 500 años llegaron los primeros esclavos de África a América. Fueron llevados por los europeos que comenzaban a explorar las tierras recién descubiertas, y muchos se asentaron en distintas zonas del “nuevo continente”. Hoy la llamada “esclavitud moderna” en la región, es una realidad dolorosa, que mantiene a 2,16 millones de personas en esa condición.

Los países de la región con mayor porcentaje de víctimas son: Colombia tiene unos 308.200 casos; Perú, cerca de 200.000, y Venezuela con 198.800, pero de todo el continente es México el que tiene el más alto número de personas que sufren esclavitud (376.800 personas), es decir, desde Argentina hasta Centro America. En el continente, estas personas son usadas con fines de explotación sexual, o para realizar trabajos forzados, incluso como mendigos en la calle además de la minería, la agricultura o el sector de la construcción.

Vale la pena mencionar el caso de Brasil, hace pocos meses del presente año 2021, se descubrió que una ostentosa familia del Estado de Minas Gerais había captado a una niña cuando apenas tenía ocho años, en el seno de esa familia ha servido durante casi 40 años como criada sin sueldo, sin derechos, sin educación e incluso explotada económicamente como un activo bajo su propiedad. Pero más impresionante es que esa familia está vinculada a la educación universitaria en ese estado.

Lo anterior no dice varias cosas, entre otras:

-que hemos evolucionado bien poco y que hemos adaptado las viejas instituciones a los nuevos sistemas políticos y económicos.

-Que las instituciones internacionales y ONG´s han fallado, se han quedado pegadas en la elaboración de informes sobre el tema y a mantener discursos para la galería.

-Que la defensa por los derechos humanos, igualdad de genero ante la ley y otras banderas políticas no incorporaron algo tan importante como la eliminación de un sistema que tiene vigencia desde hace 500 años.

Si hay algo que he aprendido en la vida es que el 50% de la solución de un problema lo compone la aceptación de que ese problema existe, sin embargo, es importante señalar que a nivel de internacional todos los países están en contra de la esclavitud moderna, pero la mayoría no reconoce que exista en su propio territorio.

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