La caja de pandora

“No somos el centro del mundo”

La historia cuenta que Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, con quien se casó. Como regalo de bodas, Pandora recibió una misteriosa tinaja ovalada, aunque actualmente sea citada como una caja, con instrucciones de no abrirla bajo ningún concepto. Los dioses habían otorgado a Pandora una gran curiosidad, por lo que decidió abrir la tinaja para ver qué había dentro, al abrirlo, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella. ​ De esta historia surgió la expresión «La esperanza es lo último que se pierde».

En su interior estaban contenidos todos los males y las desgracias que la Humanidad podía padecer y sufrir, como la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, el crimen y la vejez. En tiempos modernos, la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado, y todo lo que de allí se genera. Palabras más palabras menos es lo que sucedió con la publicación de los PAPELES DE PANDORA.

El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) publicó los papeles de Pandora, una exposición de los secretos financieros y los negocios en PARAISOS FISCALES de docenas de jefes de Estado, funcionarios públicos y políticos de 91 países y territorios del mundo.

La investigación revela los activos secretos, acuerdos encubiertos y fortunas ocultas de un enjambre de ricos y poderosos: más de 330 políticos (90 de ellos europeos), 15 jefes de Estado de América Latina entre actuales y retirados, 46 oligarcas rusos, 133 millonarios de la lista Forbes.

Para ubicarnos bien en el tema que hoy abordamos debemos definir ¿Qué es un paraíso fiscal?: Paraíso fiscal es, literalmente, un refugio fiscal, un territorio donde la creación de sociedades mercantiles es una de sus principales industrias, en algunos casos la única. Ofrecen enormes ventajas fiscales a ciudadanos de otros países que buscan cargas tributarias reducidas (el impuesto asociado a la actividad de estas entidades es nulo o simbólico), pero también protegen su anonimato, con artimañas legales que complican identificar a los verdaderos beneficiarios de una sociedad determinada.

La legalidad de esta superestructura, está en tela de juicio, por un lado, aquellos que opinan que es legal y que pasa la raya imperceptible entre la ilegalidad y la legalidad, cuando los propietarios de estas y los beneficios derivados de su actividad no se declaren a las autoridades del país donde el beneficiario tiene su domicilio fiscal, mientras que para otros es ilegal por dos razones fundamentales, la primera antes mencionada y la segunda porque estas sociedades son utilizadas para el blanqueo de capitales provenientes del comercio internacional ilícito.

Hay otros, entre los que me encuentro yo, que pensamos que, si son ilegales, porque permiten la permeabilidad de las políticas fiscales de los países, en particular la de los países en desarrollo. Asimismo, facilitan el blanqueo de capitales generados por el tráfico ilícito de mercancías entre otras: drogas, seres humanos y órganos, lo cual, a su vez, consolida el poder de las bandas internacionales.

Muchos de los actores políticos que aparecen denunciados en los PAPELES DE PANDORA, que podrían ayudar a poner fin al sistema de paraísos fiscales, se benefician de él, mientras sus gobiernos no son muy eficientes en frenar un flujo mundial de dinero ilícito que enriquece a delincuentes o empobrece a las naciones.

La recaudación impositiva sirve para financiar el gasto público: construcción de infraestructuras (de transporte, distribución de energía), prestar los servicios públicos de sanidad, educación, seguridad ciudadana, policía, defensa, sistemas de protección social (jubilación, prestaciones por desempleo y otros.

He ahí el problema, esa cantidad de dinero que se genera en esa paradisiaca actividad pasa por encima de las políticas fiscales de los países, coartando, por un lado, la posibilidad de que la sociedad perciban beneficios de la recaudación impositiva a través de programas de desarrollo y por el otro generando mayor desigualdad.

Quien escribe estas líneas considera más importante el descreimiento en la clase política y económica de nuestros países. Cómo creerles la oferta a los dirigentes políticos que en sus campañas políticas ofrecen, probidad, transparencia en el manejo de los dineros públicos, justicia y equidad, cuando por otro lado están recibiendo enormes beneficios a través de esas sociedades secretas. Ejemplos de ello tenemos en Latinoamérica. Cómo creerle a un político sus promesas y a un empresario sus deseos de emprendimientos, si por otro lado están convirtiendo las leyes, de su propio país, en un coladero.

América Latina sigue siendo la región más desigual del planeta, caracterizada por una alta concentración del ingreso. Los datos sobre esa concentración de ingreso son escasos, pero de la información disponible se puede ver que, de los 10 países del mundo con mayor concentración del ingreso, en el 1% más rico de la población, 7 son latinoamericanos. La OCDE calcula que el equivalente al 27% de la riqueza financiera de la región está desviada en sociedades offshore, lo que supone 19.000 millones de euros, unos 22.000 millones de dólares, en impuestos perdidos cada año.

Ese dato es importante en tanto y en cuanto, el rol distributivo del estado, por medio de la política fiscal, se vea medrado por la actividad de esos paraísos y las personas que en él participan. 

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