CRIPTO-CRISIS

El 11 de noviembre pasado se desplomó la cuarta la plataforma de intercambio de productos digitales (NFT) en el mundo. Estos productos suelen ser comprados o vendidos, como cualquier otro tipo de bien, pero su característica principal es que no tienen forma tangible, por ejemplo, una fotografía digital o un vídeo las cuales son piezas de arte que no existen en el mundo físico, tal y como son las criptomonedas.

Esta importante indicar que la plataforma de nombre FTX se declaró en bancarrota ese viernes 11 de noviembre y en menos de 72 horas, esa misma plataforma, valorada en 32.000 millones de dólares, desapareció dejando un agujero de 8.000 millones de dólares y más de un millón de damnificados.

A esta crisis se le denomino criptoinvierno, sin embargo no son acontecimientos extraños en el mundo no regulado de la criptodivisa. Por ejemplo, El exchange (o web de intercambio) primigenio de bitcoin, Mt. Gox, un negocio con sede en Japón, donde se concentraban el 70% de las operaciones, desapareció en 2014 dejando un agujero de 850.000 bitcoins, entonces valorados en 500 millones de dólares.

Ocho años más tarde y numerosos colapsos, la inversión en criptomoneda sigue sin someterse a regulaciones ni ofrecer las garantías de un banco o de un casino, pero continúa ejerciendo ambas funciones.

El Banco de Pagos Internacionales (BPI), con sede en Basilea (Suiza), una organización internacional, propiedad de numerosos bancos centrales, es conocido como el “banco de los bancos centrales” del mundo, publico un informe sobre el mercado cripto entre 2015 y 2022, donde indica que “entre el 73% y el 81% de los nuevos inversores pierden el dinero. La mayor parte son hombres de menos de 35 años.” Lo cual no es más que un llamado de atención a los inversores presentes y futuros.

Las criptomonedas no son una inversión, no son acciones de una compañía son, simplemente el futuro del dinero o mejor dicho, la digitalización del dinero para adaptarlo al mundo digital. El dinero tal y como lo conocemos es analógico y cuando alguien pregunta dónde está el dinero en una transacción con criptomonedas, la respuesta es que esa operación se realizó con dinero análogo porque es realizada con euros o dólares, también llamado dinero FIAT, es decir que ese dinero existe por decreto, por orden de la autoridad que gobierna un país. Pero no se puede cambiar por oro o plata.

Si el dinero lo guardas en un banco, no lo tienes tú, y lo único que tienes garantizado es lo que diga el fondo de garantía de depósitos correspondiente a tu país. Pero en realidad, el billete no representa (ni mucho menos) un pedacito de oro guardado en un sótano, ni de ningún otro activo, más que la confianza en la economía del país o al banco central que lo emite.

En mi opinión, el boom de las cripto monedas es netamente especulativo y genera ganancias o pérdidas a corto plazo y funciona, fundamentalmente, en paraísos fiscales. Hace un año capto un gran porcentaje de las inversiones realizadas en el sistema financiero sin dar ningún tipo de seguridad, un ejemplo de ello es la quiebra de la plataforma FTX.

A este respecto es importante indicar que el criptomercado se asienta sobre infraestructuras deliberadamente diseñadas para proteger sus movimientos del monitoreo no solo de los gobiernos, sino como también de sus propios clientes. Sin embargo si los operadores del negocio y los inversores aspiran convertirlo en una pieza legítima del engranaje financiero, necesita salir, como el resto del sistema financiero, de la oscuridad de los paraísos fiscales.

El impacto de los episodios de las criptomonedas no solo afecta a individualidades sino como también a países, es el caso del Salvador, el único país del mundo en adoptar esta criptodivisa como moneda de curso legal.  Mediante la Ley Bitcoin, en El Salvador, los comerciantes están obligados a aceptar esta criptomoneda como forma de pago. Se estima que más del 60% de lo que invirtió el Salvador por orden de su Presidente Nayib Bukele se perdió con la quiebra de la empresa FTX. Ese dinero, 200 millones de dólares, provino de las reservas del país que al día de hoy se convirtieron en 50 millones de dólares.

Mientras los países no asuman que debe haber algún tipo de regulación sobre el criptomercado, continuaremos viendo corridas financieras, quiebras de empresas y de países, pero sobre todo creara inestabilidad no deseada en el mercado financiero.

Mientras no se abogue por una regulación que imponga mayor transparencia y compruebe que las reservas de un país están garantizadas y diferenciadas de los depósitos de los inversores no habrá forma ni manera de responsabilizar a nadie por la quiebra fraudulenta o no de estas empresas.

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