Cómo alimentar al mundo desde ahora

Las guerras matan mucho más allá de los campos de batalla. Una bomba puede destruir un silo sin provocar víctimas, pero muchos podrían morir a causa de la falta de los alimentos que estaban guardados allí.

La invasión ordenada por Vladimir Putin está provocando una desgracia mucho más grande que la que están viviendo los ucranianos.  La guerra está golpeando un sistema alimentario mundial ya debilitado por el covid-19, el cambio climático y una crisis energética. Las exportaciones ucranianas de grano y semillas oleaginosas están paralizadas y las rusas en peligro de estarlo.

La invasión paralizó los puertos de Ucrania en el mar Negro y dejó los campos desatendidos, así mismo redujo la capacidad exportadora de Rusia. Los dos países representan una cuarta parte de las exportaciones mundiales de trigo y una quinta parte de las exportaciones de cebada y maíz, y más de la mitad de las de aceite de girasol, y suministran alrededor de una octava parte de todas las calorías que se comercian en el mundo.

Según la revista The Economist, centenares de millones de personas podrían morir de hambre debido al mortal menú de conflicto bélico, sequía, escasez de fertilizante, bloqueo marítimo y restricciones comerciales. La situación alimentaria ya era frágil y la invasión a Ucrania está llevando al mundo a una “catástrofe alimentaria”, con hambrunas masivas y la muerte de centenares de millones de personas.

La mencionada publicación describió lo que significa el destructivo combo que para la producción, comercio y provisión de alimentos que representa la invasión rusa a Ucrania: bloqueo de los puertos ucranianos, sanciones comerciales derivadas de la guerra, la sequía en áreas y países claves, encarecimiento y escasez de fertilizantes, aumento del precio de la energía y restricciones, que algunos países están aplicando al comercio de alimentos. Es un combo demasiado desestabilizador para los países.

En mi opinión Putin tiene claro que la comodidad de las sociedades occidentales no está muy dispuestas a aceptar más sufrimientos que la sociedad rusa, acostumbrada históricamente a ello. Es probable que el Presidente ruso acepten ver mermados sus ingresos por concepto de exportación de petróleo, gas y fertilizantes, con tal de infligir un sensible daño energético en el invierno tanto a Europa como Estados Unidos que es el menor de los afectados.

Vale la pena reproducir lo que The Economist señaló: “Se necesita el mundo para alimentar el mundo y la única manera de hacerlo es a través del comercio”. Según algunas estimaciones, cuatro quintas partes de la población global vive en países que son importadores netos de alimentos. Más del 20% de las calorías del mundo y más del 18% del grano, cruza al menos una frontera desde la cosecha hasta un plato de comida”.

La guerra está dañando ese sistema global de alimentación, que ya había sido golpeado por la pandemia, el cambio climático y la crisis energética.

Si bien es cierto que gran parte de los análisis que se han realizado giran sobre el caso del trigo, cuyo precio subió 53% en el primer mes de la guerra y dio un salto adicional del 6% en mayo del 2022, cuando la India, segundo productor mundial de trigo, anunció la suspensión de sus exportaciones de ese cereal, debido a una alarmante ola de calor en la región, también lo es que el problema va mucho más allá del aumento de los precios: “el fantasma de una escasez global de alimentos”. Según el Secretario General de Naciones Unidas esa escasez podría durar varios años. “El alto costo de los alimentos de primera necesidad ya ha hecho que se dispare de 440 millones a 1600 millones el número de personas que no tienen garantizada su alimentación básica. De ellos, casi 250 millones están al borde de la hambruna.

De acuerdo con el FMI, Rusia y Ucrania proveen 28% del trigo comercializado a nivel mundial, 29% de la cebada, 15% del maíz y 75% del aceite de girasol y juntos aportan cerca de la mitad de los cereales que importan Líbano y Túnez y dos tercios de los de Libia y Egipto.

En lo que se refiere a Latinoamérica, una vez más se encuentra una posición privilegiada ante un ciclo económico ascendente vinculado a las materias primas, como el que en el pasado representaron el oro, la plata, el azúcar, el café, el cacao, el guano y el caucho, entre otros bienes primarios. Esta vez a los minerales se suman los alimentos, sobre todo los que producen los países de Mercosur ya que los estimados de producción de granos, cereales y carnes superaría con creces, en el 2022, lo producido en el 2021. Sin embargo, El Programa Mundial de Alimentos para América Latina y el Caribe, advirtió que los bajos ingresos de la población no alcanzarán para comer las tres veces al día, y tendrán que cambiar el tipo de productos que consumen, lo cual traerá problemas de desnutrición y obesidad, ya presentes en la región

En el cuerno de África la situación no es distinta, Etiopía, Somalia y Kenia están particularmente en riesgo, alrededor de 20 millones de personas están peligrosamente debilitadas por la desnutrición y el hambre. La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió que “283 millones de africanos” no tenían suficiente para comer antes de que estallara la guerra; ahora, es probable que sea mucho más, ya que casi todos los países africanos están obteniendo trigo de Europa, ahora en crisis.

ES VERDAD SE NECESITA UN MUNDO PARA ALIMENTAR AL MUNDO

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