El grave problema de la deuda debe resolverse 

Ante grandes problemas, grandes remedios. En México, el problema de la deuda exige urgente solución. El costo financiero de la deuda pública se disparó 47.4 por ciento durante el primer bimestre de 2023, respecto al igual periodo en 2022, empujado por las altas tasas de referencia. Estas también ya muestran el encarecimiento de las obligaciones en moneda extranjera; al grado de que los pagos por intereses y administración del endeudamiento público superaron en 8 mil 551 millones de pesos lo previsto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

La dependencia detalló que la carga de la deuda para los dos primeros meses del año sumó 150 mil 95.5 millones de pesos, prácticamente 12 de cada 100 pesos del gasto público que se concretó en el periodo y cerca de la mitad del presupuesto que tendrá, para todo 2023, el programa de pensión para adultos mayores. (Villanueva, 31 de marzo de 2023, La Jornada).  

La deuda pública alcanza ya los 14 billones de pesos, este año se tendrán que pagar 1 billón doscientos mil millones de pesos al servicio de la deuda. Y el costo financiero de la deuda, que durante el primer trimestre de 2023 alcanzó 258,296 millones de pesos, es mayor que las erogaciones de las secretarías de Salud, Educación, Agricultura y Desarrollo Rural y de Bienestar. Además, el pago de los intereses de la deuda supera a la inversión pública. Ya que la inversión física es de 172,365 mil millones de pesos, a Bienestar se dedican 129,049 millones de pesos, a la Secretaría de Salud 27,362, a Educación Pública 87,443 y para Agricultura y Desarrollo Rural 25,108 millones de pesos. (Héctor Torres González, 2023). De modo que en el presupuesto no se colocan primero los pobres, sino el capital financiero por delante.  

La deuda pública es heredada del viejo régimen del PRIAN y no debemos seguir pagando a ciegas, sin antes auditar la deuda y renegociarla. Hace falta suspender pagos, para dar pie a este proceso. Tal idea les parece inconcebible a muchas personas, pero quiero invitarlos a recorrer nuestra experiencia histórica al respecto y veremos que tradicionalmente en México, cada vez que ha sido necesario, se han suspendido pagos y que es necesario colocar al frente las necesidades del pueblo y el país.  

En la Independencia se suspendieron pagos, igual tras la Reforma y en 1914, en la Revolución. Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, los gobiernos posrevolucionarios hasta Cárdenas lo hicieron. Los conservadores Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, Santa Anna, Porfirio Díaz y el PRIAN siguieron pagando y aumentaron la deuda. En 2023 tenemos que pagar un billón doscientos mil millones de pesos en tiempo de pospandemia y de crisis económica internacional. Es hora de suspender pagos y dar prioridad al problema interno, generar empleos formales, invertir en salud y en la producción propia de vacunas -recordemos que hasta 1999, México producía sus propias vacunas-; lograr la soberanía alimentaria, en primer lugar, en producción de maíz; desarrollar aún más la soberanía energética. El litio nacionalizado debe ser procesado por una industria estatal y además tenemos la capacidad y debemos producir autos eléctricos. Se debe invertir en obras hidráulicas para el abasto de agua, cosecha de agua de lluvia, tratamiento de aguas negras, terrazas, gaviones, sumideros, pavimentación permeable para recargar los mantos acuíferos, programas de desarrollo en los municipios con mayor miseria, un programa de abasto campo-ciudad para dar salida a la producción de los campesinos. Es indispensable atender esas necesidades. 

El futuro del desarrollo de México y del bienestar de la población depende,  en gran medida, de la forma en que se resuelva uno de los más grandes problemas actuales del país: la deuda pública. 

Para encontrar la solución a los dilemas de hoy, tenemos que hacer acopio de la rica experiencia histórica, sacar conclusiones y buscar alternativas actuales. Vamos a estudiar el problema de raíz, hacer un diagnóstico certero y proponer soluciones al manejo actual de la deuda externa en México. 

Retomemos la experiencia histórica: cada vez que un gobierno se quería deslindar de un viejo régimen y atender prioritariamente las necesidades internas, suspendía pagos de la deuda. En 1808, la deuda de la Nueva España sumaba 20 millones de pesos, en 1814 llegaba a 33 millones. Tras la Independencia de México fue suspendida y cancelada.  

La independencia mexicana fue iniciada por Hidalgo en 1810, y declarada por Morelos el 6 de noviembre de 1813. Morelos en 1814 decretó: “Todo americano que deba cualquiera cantidad a los europeos no está obligado a pagarla”.  Consumada en 1821, la independencia fue traicionada por las clases dominantes con Iturbide, Alamán y Bustamante, quienes derrotaron la Revolución Popular. 

Lucas Alamán, ministro de Relaciones Exteriores, buscó de 1823 a 1825, como única salida, empréstitos muy leoninos del exterior, de Gran Bretaña. Y el colmo, en junio de 1824 el Congreso reconocía las deudas contraídas por el gobierno virreinal hasta 1810.  

Muy pronto, en 1826, Guadalupe Victoria suspendió el pago y también Vicente Guerrero, durante su presidencia, se negó a pagar intereses o amortizaciones de la deuda.  

Tras un golpe de Estado contra Guerrero, Anastasio Bustamante y Lucas Alamán reconocieron una deuda de 34 millones de pesos. Fue derrocado Bustamante, y Valentín Gómez Farías suspendió el pago; al volver al poder en 1839, Bustamante reconoció 50 millones. También Santa Anna, para congraciarse con los gobiernos extranjeros, reanudó el pago de la deuda en 1853 durante dos años, pero la Revolución de Ayutla lo derrocó e inició la Reforma. 

Al triunfo de Juárez y los liberales, el erario estaba en bancarrota. El 17 de julio de 1861 el Congreso suspendió por dos años los pagos de la deuda, primero estaban las necesidades de la Nación.  

En 1867, tras vencer a los invasores extranjeros, Juárez se negó a reconocer las enormes deudas contraídas por Maximiliano y los conservadores. Cobraban 450 millones y sólo reconoció 84 millones. 

El entreguista Porfirio Díaz alcanzó una deuda de 441 millones de pesos en 1910. Al estallar la Revolución Mexicana se suspendió el pago en el año de 1914. Zapata, en su Exposición al Pueblo Mexicano y al Cuerpo Diplomático, manifestó que “La Revolución no reconocería los préstamos pedidos por el gobierno” y también Villa, el 5 de noviembre de 1915, publicó, desde Naco, un manifiesto a la Nación en el que propone la abolición de la deuda pública. 

 Álvaro Obregón, al negociar en 1923 el Tratado de Bucareli, avaló una enorme deuda externa de 1,450 millones de pesos. Pero suspendió pagos en 1923. Calles contempló pagar 890 millones de pesos, pero en 1927 volvió a suspender sus pagos. En 1930 reconocía una deuda de 2,267 millones de pesos, pero por la gran crisis mundial que también afectó a México suspendió pagos y hasta el cardenismo continuaron suspendidos.  

Tras la suspensión de pagos de Cárdenas, nos cobraban 400 millones, se negoció y los acreedores cedieron quedando en 40 millones de dólares. Durante 28 años –de 1914 a 1942– sin recibir un sólo crédito del exterior, México se desarrolló y avanzó. En los siguientes 30 años de retroceso, la deuda pasaría de menos de 100 millones de dólares, a más de 3,600 en 1970. 

López Mateos heredó una deuda de 650 millones y la elevó a 1,750. Días Ordaz le heredó a Echeverría 3,600 millones de dólares que se cuadruplicó llegando a 19 mil millones al final de su gobierno. En octubre de 1976, nos ató al Fondo Monetario Internacional, el que ordenó devaluar la moneda estable en 22 años y exigió: Petrolizar la economía, introducir el IVA, congelar salarios, bajar el gasto público en salud y educación, eliminar subsidios de beneficio social e iniciar la apertura comercial.  

Durante 40 años, México creció al 6% anual, era autosuficiente en alimentos y gasolina, tenía una mínima inflación del 2% al 5% anual. Con López Portillo, la deuda se cuadruplicó una vez más, pasó de los 19 mil millones de dólares a 85 mil millones en 1982. Inició el neoliberalismo, México se petrolizó y comenzó a exportar millón y medio de barriles de petróleo diarios. A partir de 1982 el crecimiento del PIB anda alrededor de un magro 2% por año, antes de endeudarnos y petrolizarnos, creció un 6% promedio. 

En 1994 con Salinas, llegó a 131 mil millones de dólares, pero de 1989 a 1994 se pagó por el servicio de la deuda más de 200, 000 millones de dólares. 

Zedillo aumentó la deuda interna, rescató a los bancos –la mayoría extranjeros– con el Fobaproa-IPAB, por 554 mil millones de dólares. Se ha pagado alrededor de un billón y todavía se deben 1.2 billones, ha costado el doble y va a costar el cuádruple.  

Fox dejó una deuda pública de 1.7 billones, o millones de millones, habiendo recibido por petróleo 347 mil millones de dólares nos siguió endeudando. Calderón dejó la deuda del sector público en 5.2 billones habiendo recibido por petróleo 400 mil millones de dólares que hoy serían ocho billones.  

Peña Nieto la dejó en 10.5 billones. Hoy debemos 13.5 billones, la deuda y los pagos crecen día a día, al aumentar las tasas de interés debido a la crisis. 

Ya vimos cómo se suspendieron pagos en la Independencia, tras la Reforma y en 1914, en la Revolución. Hoy vivimos una emergencia nacional, pero tenemos que pagar 860 mil millones de pesos este año en tiempo de crisis. Es hora de suspender pagos, demos prioridad al problema interno. 

Además de suspender pagos un par de años para auditar la deuda y mientras tanto invertir ese dinero en las necesidades urgentes y el desarrollo, es necesario una reforma fiscal progresiva, pues mientras nosotros pagamos de impuesto sobre la renta 35%, las corporaciones pagan 2.4%, las mineras el 0.002% , según datos de la Secretaría de Economía Raquel Buenrostro, tan sólo los bancos ganaron, entre enero y diciembre del 2022, una utilidad neta de 236,743 millones de pesos, y por otro lado es también indispensable grabar las grandes fortunas, por ejemplo Carlos Slim aumentó su riqueza en cuatro años, de 60 mil millones a 81 millones de dólares. Grabar las grandes fortunas es una idea que hasta el presidente Biden está promoviendo en Estados Unidos. El presupuesto de México es de 8,3 billones, con las medidas anteriores se pueden obtener 3 billones de pesos, lo necesario para invertir en desarrollo y bienestar.  

Es hora de tomar al toro por los cuernos, como lo hicieron los presidentes Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, y poner por delante los intereses nacionales y populares.

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