Capítulo 7. Leona Vicario, para siempre.

Con el triunfo del “Plan de Casa Mata” Iturbide, a quién Leona Vicario odiaba por haber combatido ferozmente a Hidalgo y Morelos, se ve obligado a abdicar al “trono” el 19 de marzo de 1823. A la caída de Iturbide, su esposo Andrés Quintana Roo fue nombrado ministro plenipotenciario de México en Londres, pero no ocupó el cargo. Leona no quería que se fuera lejos. 

En 1823 el Congreso devolvió algo a Leona Vicario de los bienes que los invasores españoles le habían expropiado, iban a darle 100,000 pesos, pero como no tenían efectivo le entregaron la Hacienda de Ocotepec en los llanos de Apan y una casa en Santo Domingo 2 (hoy Brasil 37), donde Leona vivió, además de otras dos casas cercanas. 

La hacienda que le entregaron estaba arruinada: el casco se encontraba en pésimas condiciones, las vigas apolilladas, los muros derrumbándose, todo era abandono. Leona tuvo que aplicar mucha energía y recursos para ir levantando. En todo lo que emprendía la mujer, se aplicaba a fondo, con el tiempo logró que la hacienda prestará grandes servicios, incluso abastecía de pulque a la capital. Con sus trabajadores y la población en general fue magnánima y la comunidad aledaña se alegró de tenerla como vecina y amiga. La querían mucho, siempre ayudaba a la comunidad. 

Era muy sensible a las necesidades de la gente y así como luchó por la autosuficiencia e independencia de la Patria, logró levantar la producción en sus propiedades y hacerlas muy rentables fomentando la agricultura y la ganadería. Toda su vida fue incansable, había recorrido largas distancias, se presentaba en todos lados y hasta sus últimos años fue una mujer que desarrollaba gran actividad. 

No le faltaron satisfacciones. Sorpresivamente, en 1827 el Congreso del Estado de Coahuila y Texas acordó que la villa de Saltillo se denominará en adelante Leona Vicario, conocida en esas épocas como “La Mujer Fuerte de la Independencia”. Era un gran honor. 

Pero en sus últimas dos décadas de vida predominó la envidia, el olvido, los ataques de los conservadores como Anastasio Bustamante y Lucas Alamán, profundamente machistas y reaccionarios, no podían soportar a una mujer que había mostrado tal entrega y genialidad en la lucha patriótica, en aquella época en que veían a la mujer “como un adorno”. 

En aquellos días, Andrés Quintana Roo, su marido, se afilió al partido Yorkino. En todo momento asesoró y apoyó Leona, las buenas decisiones de su esposo quien fungió como diputado por el Estado de México de 1827 a 1831. Presidió la Cámara de Diputados en 1831 y 1832; luego fue ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos durante el gobierno de Gómez Farías en 1833, fue nombrado magistrado de la Suprema Corte de Justicia, cargo que ostentaba hasta su muerte. Él fue uno de los diputados más notables de los Congresos de la época. Participó en las negociaciones para la elaboración del Tratado de Amistad y Comercio México-EU en las cuales el embajador Poinsett se vio obligado a reconocer las fronteras fijadas por el Tratado Adams- Onís en 1819.  

Leona y Andrés eran conscientes del peligro que significaba el expansionismo de Estados Unidos. Se enfrentó a Washington que ya entonces quería robarnos medio territorio y se opuso al separatismo de Texas, que luego sería anexado por EU. No les faltaba razón y la historia lo demuestra. 

Siempre fueron liberales, anticlericales, antimilitaristas y antiesclavistas. En las administraciones presidenciales posteriores, Andrés realizó actividades académicas y periodísticas. Leona Vicario siguió participando activamente en la vida política y social de México, continuó con sus tertulias y actividades políticas, periodísticas y poéticas junto a su esposo quien fue el primer presidente de la Academia de Letrán, fundada en 1836 por Guillermo Prieto, a su vez fue vicepresidente del Instituto de Ciencias, Literatura y Artes. 

En 1831, bajo el gobierno autoritario de Anastasio Bustamante, tanto Andrés como Leona fueron insultados y perseguidos. Pero incansables, el 3 de enero de ese año fundaron El Federalista Mexicano que se editaba en cuatro páginas y se publicaba dos días a la semana, miércoles y sábado. 

El país entero y la pareja, se estremeció con el asesinato de Vicente Guerrero el 14 de febrero de 1831, el héroe que mantuvo viva la llama de la Independencia, en El Federalista Andrés y Leona muestran su indignación. 

Cuando perseguían a su marido, Leona fue valiente y atrevida a Palacio Nacional a reclamar personalmente a Bustamante, sufriendo el escarnio público: los periódicos del gobierno la llamaron “apoderada” de Quintana Roo y se burlaban de quienes habían sido realistas e hispanistas y ahora se hallaban en altos cargos del gobierno nacional. Los conservadores Anastasio Bustamante y Lucas Alamán emprendieron viles campañas contra Leona llamándola “La Quijota con faldas”. 

En su etapa de colaboradora de El Federalista, Vicario se enfrentó a Lucas Alamán, por decir que las mujeres habían ido a la guerra de Independencia por amor a sus hombres. Le contestó a Lucas Alamán: 

“Confiese Sr. Alamán que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños; antes bien vale obrar en ellos con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea el cual fuere el objeto o causa por quien las hacen, son desinteresados, y parece que no buscan más recompensa de ellos, que la de que sean aceptadas. Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado con total independencia y sin atender que las opiniones que han tenido las personas que he estimado. Me persuado de que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas, y a las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases hay también muchísimos hombres.” 

En diciembre de 1832 una revuelta hizo caer a Anastasio Bustamante, el enemigo de Leona y Andrés. Posteriormente Valentín Gómez Farías nombra a Andrés Quintana Roo, ministro de Justicia en 1833. Ese mismo año, luego de la clausura de El Federalista Mexicano, publicaron El Correo de la federación

Pero desgraciadamente la salud de Leona Vicario se complicó terriblemente y el 21 de agosto de 1842 muere a los 53 años en la Ciudad de México. Era una heroína popular por lo que tuvo unos apoteóticos funerales y fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria el 25 de agosto de 1842, a los cuatro días de su fallecimiento. Es la única mujer a la que se han hecho funerales de Estado, desde 1925, descansa en la Columna de la Independencia y su nombre está inscrito con letras de oro en el Palacio de San Lázaro, sede del Congreso. 

La vida, la obra de Leona Vicario son imperecederos, su ejemplo como mexicana y como mujer no serán olvidados nunca. Ella aspiraba a que México fuese libre, independiente, soberano y a que la mujer ocupaba el lugar que merece. Hoy ambas luchas se mantienen intactas, por lo que debemos seguir la lucha y el ejemplo de Leona Vicario. En este año 2021, en el que conmemoramos 200 años de la consumación de la Independencia, el papel y la importancia de mujeres como Leona Vicaria en la lucha deben tomar más fuerza. 

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