Mujeres, vida y libertad

¿Cómo conciliar creencias religiosas profundamente arraigadas con la libertad de vida y de decisión personal? En principio, yo pensaría en una separación entre la iglesia y gobierno y, además, con educación que fomente el pensamiento crítico y visión integral. Por supuesto, en el consenso social de la dignidad del ser humano al centro de toda decisión.

Como personas, todos tenemos derecho a que nuestra dignidad sea respetada y, por consiguiente, no tener ningún trato diferenciado por sexo, color de piel, religión, origen o preferencias, entre otros atributos. Como ciudadanos, el gobierno debe garantizar que se respete nuestra condición de personas, y evitar la discriminación. Sin embargo, esto no es así. Hay creencias, valores y leyes que justifican un trato diferenciado que se traduce en violaciones a los derechos humanos particularmente hacia las mujeres. Pero la libertad no se puede limitar tanto.

Hace algunos días una joven iraní, de 22 años, llamada Masha Aminí, fue asesinada a golpes por un policía, por no llevar correctamente su hiyab mientras transitaba por la calle. Esto ha desatado una serie de reacciones tanto en Irán como en otros países, en apoyo a las mujeres del régimen del islam que viven en represión sólo por el hecho de ser mujeres.

En estas protestas las mujeres valientes y desafiantes han mostrado su hartazgo ante el gobierno y, sobre todo, exigen libertad de expresión. Algunas se han quitado el velo y cortado su propio cabello en espacios públicos bajo el lema “mujeres, vida y libertad”.

A través de las redes sociales una estudiante iraní escribió: “Este estallido es el resultado de una opresión insoportable que nos afecta a todos, hombres y mujeres, aunque somos las mujeres las que estamos liderando el movimiento. Nunca vi las calles así antes, necesitamos que el mundo no nos abandone”.

Magnas Shirali, socióloga iraní, señala que en este despertar están participando los jóvenes quienes se refugiaban en la indiferencia como un mecanismo de autodefensa ante la imposibilidad de participación sociopolítica; se sentían a salvo de la violencia del régimen y ahora se sienten amenazados. La especialista lo define como un grito de ayuda frente a la violencia del Estado.

Irán o la República islámica de Irán es una república constitucional basada en los principios del islam, religión considerada la segunda más grande del mundo y que establece como premisa fundamental que no hay más Dios que Dios y Mahoma su profeta. Su libro sagrado es el Corán que según los musulmanes fue dictado por Dios a Mahoma. Lo establecido en este libro se debe respetar.

Su gobierno considera puestos de elección y de no elección. El país es gobernado por un presidente y por una jerarquía de clérigos, con un líder supremo, que supervisa la gestión civil.

El uso del hiyab es obligatorio desde el triunfo de la república islámica en 1979. Resurge como una forma de recobrar su significado y modestia esperada en las mujeres. Y ahora a través de la policía de la moral se trata de garantizar que las mujeres respeten este código de vestimenta.

En el islam cada miembro de la sociedad tiene un conjunto de derechos y deberes. Entre las reglas referentes a la indumentaria se establece que tanto el hombre como la mujer no deben vestir ropas demasiado justas ni provocativas a la vista de los demás a excepción de hacerlo en familia.

El uso velo o burka que cubre totalmente el rostro de la mujer y el pecho, lo justifican porque en esta interpretación las mujeres son como si fueran joyas y necesitan protección de los ojos lujuriosos y de la gente perversa; de esta forma, para ellos, se reduce el número de adulterios, la fornicación y las violaciones.

En lo público una mujer iraní puede conducir un coche, estudiar, trabajar, tener un negocio, andar sola por la calle y no está obligada a casarse. En lo público, debe usar el velo y no se puede quitar nada de ropa, tampoco puede fumar. Hombres y mujeres no pueden sentarse juntos en un autobús a menos que sean pareja.

Sin duda, muy complicada la situación para las mujeres bajo este régimen. Necesitan liberarse de leyes asentadas en sus creencias religiosas pero que violan sus derechos. Su mayor reto es tener la libertad total para diseñar su propia vida.

Debiera ser posible integrar las creencias religiosas con una forma de vida en libertad, sin más restricción que el respeto a la dignidad humana. Integrar la vida que cada quién quiera tener, en lo interior y exterior.

Cuando no se logra esto, se requiere el apoyo, en este caso internacional, para proteger a la población vulnerada. El valor de la acogida, de la solidaridad, es fundamental para asegurar lo esencial: la vida en libertad.

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