La colaboración en la tecnología

Uno de los retos en el mundo globalizado y de las organizaciones de hoy es la colaboración a través de medios electrónicos. No se puede decir que esta combinación de tecnología y colaboración sea una tendencia, es más bien una realidad que que irá evolucionando conforme surjan nuevas estrategias de trabajo en equipo y desarrollos tecnológicos. Lo que sí es tendencia, es la desaparición de los grandes liderazgos empresariales soportados en egos solitarios; ahora se reconoce la fuerza de las decisiones consensuadas que suman el talento y experiencia de los colaboradores y que escuchan la visión de externos.
Aunque la colaboración siempre ha existido, este cambio de paradigma se acentuó con el COVID que dio impulso al trabajo colaborativo mediado por computadora y que hizo de la vinculación entre las organizaciones una nueva forma de sostenibilidad de las empresas.
Si bien es cierto que los avances en la tecnología permiten la inmediatez de la información, la facilidad de contacto y otras aplicaciones sofisticadas, no siempre se logra la eficiencia esperada en los empleados ni el logro de los resultados empresariales, ni la creatividad o innovación. Pero tampoco la presencialidad que favorece la socialización y la creación de lazos afectivos, elementos importantes en la colaboración, la garantizan. No se cuestiona la necesidad de la colaboración, sino las condiciones en que esta se debe dar para que realmente sea efectiva.
Los estudiosos de la colaboración señalan tres dimensiones que deben ser estratégicamente manejadas por los directivos: El proceso de grupo; la comunicación entre los participantes; y el contexto. Tres atributos que deben ser vistos de manera conjunta o integral. Algo interesante es que, en el trabajo colaborativo, el grupo establece la calidad de su proceso, es decir, los participantes deciden la dinámica de sus interacciones. Corresponde a la directiva ofrecer las facilidades necesarias para el desarrollo de la tarea.
En el proceso de grupo se considera la forma en que se procesa o resuelve la tarea, es decir, cómo se organiza el equipo, cómo comparte recursos, cómo se relacionan los participantes, los liderazgos y cómo se evidencia que hay compromiso y responsabilidad personal. Se refiere a la distribución de roles, la evaluación del desempeño y toma de decisiones para cambiar o mantener las conductas positivas y negativas para el logro de la meta deseada. Es también el grado de interdependencia entre los miembros quienes comparten capacidad, conocimientos y competencias.
En la comunicación se analiza la claridad de las interacciones, la recapitulación que es indispensable para asegurarse que se comparten significados, así como la oportunidad y retroalimentación inmediatas. De igual forma, la aceptación de los diferentes perfiles personales y adaptabilidad para trabajar con ellos. Es también la capacidad de valorar el trabajo de los demás apreciando las diferencias y aportaciones de cada integrante.
El contexto se refiere al entorno, a las circunstancias que pueden ser estimulantes o limitantes en la percepción de los participantes, y a la relación de la organización con sus grupos de interés.
Sin duda la tecnología a través de diferentes aplicaciones o programas puede favorecer el proceso. Muchas empresas tienen a disposición de su personal información y recursos que les permiten tomar decisiones y eficientar procesos. No obstante, siempre se requiere la reflexión y el análisis a través de la interacción entre los participantes que los obliga a compartir diferentes perspectivas y a hacer explícita su comunicación para desarrollar nuevos significados de la tarea a realizar y forma de trabajar. En esta interacción también se recomienda cierto grado de afectividad hacia el grupo, es decir, que los integrantes sientan el deseo de crear algo en conjunto, que estén motivados a dar lo mejor de sí mismos y a crear lazos significativos entre ellos que incluso los prepare para nuevas metas y procesos.
Cuando se ha entrevistado tanto a participantes como a los líderes señalan que las palabras clave son: claridad en el resultado esperado, participación oportuna, compromiso (que se traduce en responsabilidad), organización, integración, respeto, comunicación directa (retroalimentación inmediata), capacidad de escucha y herramientas tecnológicas para la participación y toma de decisiones.
Algunos resaltan la presencia de compañeros disruptivos que favorezcan el diálogo inteligente o la visión a futuro.
El protagonismo quedó atrás para centrarse en el bien de la organización y sus grupos de interés.
Qué bien nos caería esta filosofía en nuestro proyecto de nación.

Exit mobile version