Mujeres en la historia 

En México tenemos presente que antes de la invasión española en el Anáhuac la mujer desempeñaba un papel muy importante en la sociedad. Ellas podían ser sacerdotisas ( cihua–tlama—casqui ), en donde sus funciones eran: organizar los principales ritos, elaborar lienzos y atizar el fuego sagrado.

También eran las parteras, curanderas, astrologas, gobernantes y eran reconocidas dentro de la sociedad, participaban en la agricultura, el comercio, la manufactura y había una asamblea de mujeres. Las ancianas tenían funciones importantes, ya que eran sabias, maduras y serenas. 

Las mujeres tenían una participación económica importante, pues intercambiaban en el tianguis productos elaborados o cosechados por ellas mismas, además de animales, producían textiles y trabajos de alfarería.  

El género femenino  tenía muchos espacios de respeto y la posición social de la mujer en la época prehispánica era de gran dignidad. Su participación política lejos de ser pasiva fue muy destacada. Había incluso asambleas de mujeres. 

A nivel religioso había representaciones (que no diosas) y en el Omeyocan (lugar de la dualidad) donde residía la energía suprema Ometeotl contaban con una dualidad mujer-hombre Omecihuatl y Ometecutli. 

La situación de la mujer cambió drásticamente con la colonización que comenzó dramáticamente con el genocidio contra mujeres, niñas, niños, y población en general; además de la violación masiva de mujeres y su sometimiento total, por lo tanto se le explotó al máximo. 

En la colonia únicamente se instruía a las mujeres de la élite en las labores de cocina, costura, repostería etc. para que fuesen buenas “amas de casa”, y se dedicaran a asistir a la iglesia. Donde una actividad que sí podían realizar era participar en los coros de las cofradías religiosas; también en ocasiones les enseñaban danza para acompañar al hombre en reuniones sociales, festejos y mitotes. Pero no solo en la vida familiar o en el trabajo se vivía el control masculino también los espacios públicos que eran controlados por el hombre. 

El colonialismo extranjero siempre ha sido un poder que somete a la mujer. Nunca como en esta época de subordinación al Imperio Español, vivió sometido el sexo femenino. Toda propiedad le correspondía al marido. Ahí encontramos el origen principal del actual sometimiento de la mujer en México. Y el triunfo cabal del patriarcado 

Ni siquiera podían escoger libremente a su pareja, los padres le podían imponer el matrimonio con un rico anciano o con un ser detestable. Si la mujer se negaba era encerrada en un convento. Si un novio a quien amaba osaba irlas a rescatarlas de su encierro, eran buscados por la policía y castigados, ella volvía al encierro. Desde el inicio de la invasión española fue sometida y sujeta. Ultrajada, marginada. Y el patriarcado las separó de las principales funciones sociales. A pesar de todo, la lucha de la mujer mexicana durante la colonia fue constante, tenaz, sútil y valiente. Y se efectuaba de mil modos. 

Fue de hecho una mujer la que se adelantó a Hidalgo, Morelos y Guerrero en la abolición de la esclavitud. Tecuichpo Ixkaxochitl, más conocida como Isabel Moctezuma desde 1550 escribió en su testamento 

“Dispongo, pues sé que he de morir, que todos mis esclavos y esclavas naturales del país devengan personas libres, pues yo siempre los he considerado así.”  

Las mujeres de conocimientos y que eran activas, creativas, curiosas o rebeldes frecuentemente eran acusadas ante la Inquisición y sufrían largos años en tétricas cárceles y algunas eran quemadas vivas en la plaza pública. O les hacían vestir un sambenito para escarnio público. 

A pesar de que las mujeres de la Nueva España pocas veces podían acceder a la educación y a conocimientos que les estaban vedados, hubo en muchas el interés y buscaron oportunidad de educarse y conocer, ya cercana la Independencia, todo tipo de literatura incluyendo también las obras de la ilustración, que eran libros muy prohibidos por la siniestra inquisición española. Por dar un ejemplo. Allá en Pátzcuaro, Gertrudis Bocanegra siempre inteligente y valiente fue lectora de los principales autores y comulga con el pensamiento liberal de Voltaire y Rousseau. 

El mejor ejemplo del afán femenino de conocimiento, lo tenemos en Sor Juana Inés de la Cruz. Que fue una niña sencilla que vivió en Amecameca, también estuvo en Yecapixtla, Nepantla y en Panoaya donde su abuelo tenía tierras, allí Juana aprendió náhuatl con los indios de la región que en las tierras del abuelo sembraban trigo y maíz. 

A los 3 años aprendió a leer y escribir, tras que su hermana mayor le enseñó a escondidas de su mamá quien como todas las mujeres de su época no sabía leer y escribir. Se enamoró de la lectura y devoró toda la biblioteca de su abuelo Pedro Ramírez. Al mismo tiempo convivió con esclavos negros, peones indígenas, campesinos mestizos y de dio cuenta de la discriminación existente, que siempre repudió. De muy niña asistió a la modesta escuela rural “La Amiga” y pronto se distinguió por su aplicación. 

En 1660 su afición al conocimiento, la traslada a la ciudad a vivir con unos parientes. Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, así como, teología del momento. Su afán por saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a esta. Ella contaba que, al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas. 

Así se forjó a sí misma esta extraordinaria mujer y poeta, astrónoma, música, astrónoma, filósofa. 

En el momento clave, la mujer mexicana jugó un papel relevante en la lucha por la independencia de México. Desempeñando en todo momento un papel clave; muchas fueron las grandes heroínas: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra. 

Hubo muchas otras mujeres impulsoras de la soberanía nacional: Carmen Camacho, María Josefa Huerta y Escalante, Rafaela López Aguado de López Rayón, María Josefa Martínez Navarrete, María Josefa Natera, María Ubalda Sánchez, Mariana Rodríguez del Toro, Ana Villegas y muchas otras patriotas que se entregaron a la lucha por la liberación.  

En la Independencia lo hicieron desde todas las trincheras, en todos los ámbitos, no solo como enfermeras y cocineras, sino como dirigentes e ideologías, combatientes armadas, organizadores, espías, propagandistas, estrategas, en el apoyo logístico. En todos los rumbos del país siempre la mujer sostuvo la lucha por la Independencia, no sólo contra los invasores españoles, también contra los estadounidenses y contra los invasores franceses. La mujer ha sido el alma, la base, el motor de luchas cruciales. 

Hubo muchas otras mujeres impulsoras de la soberanía nacional: Carmen Camacho, María Josefa Huerta y Escalante, Rafaela López Aguado de López Rayón, María Josefa Martínez Navarrete, María Josefa Natera, María Ubalda Sánchez, Mariana Rodríguez del Toro, Ana Villegas y muchas otras patriotas que se entregaron a la lucha por la liberación.  

En la Independencia lo hicieron desde todas las trincheras, en todos los ámbitos, no solo como enfermeras y cocineras, sino como dirigentes e ideologías, combatientes armadas, organizadores, espías, propagandistas, estrategas, en el apoyo logístico. En todos los rumbos del país siempre la mujer sostuvo la lucha por la Independencia, no sólo contra los invasores españoles, también contra los estadounidenses y contra los invasores franceses. La mujer ha sido el alma, la base, el motor de luchas cruciales. 

Fueron muchas las mujeres que tomaron las armas para atacar a los realistas, una de ellas Altagracia Mercado era de Huichapan, Hidalgo. Ella tuvo su propia compañía y la financió con sus propios recursos y los dio generosamente para comprar abasto, armas y equipo para su tropa. El 24 julio de 1819 fue derrotada por los españoles, valientemente  se quedó luchando hasta el final, la atraparon. Y el capitán realista ordenó: “A los hombres fusilenlos”, a esta mujer no, no, no debe morir una mujer con tanto valor. Fue detenida y llevada a la Ciudad de México donde fue condenada a trabajos en prisión hasta que la liberó la Independencia. Es conocida como la heroína de Huichapan. 

Otra mujer que destacó fue Manuela Medina de Taxco, ella creó su propia compañía y acompañó a José María Morelos a Oaxaca, a Acapulco. La Suprema Junta de Zitácuaro la nombró Capitana, ganó 7 batallas. De ella dijo Morelos: “Ojalá que la décima parte de los americanos tuviesen los mismos sentimientos pues ya hubiéramos ganado la guerra.  “La Capitana” luchó desde los inicios de la insurgencia y nunca fue indultada. Murió en 1822 en Texcoco, a causa de las heridas de lanza que recibió de los realistas.  

En la historia patriarcal se ha menospreciado y subestimado el rol tan importante que ha jugado la mujer en la historia, por lo que en otras entregas seguiremos recordando y valorándola como se debe.

Hoy las mujeres toman estos ejemplos, porque necesitan estar en pie de lucha contra las oprobiosas situaciones que se viven en el presente en el que siguen siendo sujetas a condiciones de trabajo y vida injustas. El siglo XXI será recordado por las significativas luchas que continuarán desarrollando millones de mujeres. Hasta construir un mundo donde reine la paz y la armonía, la democracia y la justicia.

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